Blogue | Crónicas y perfiles

Sebastián González García-Paz, de Pontevedra a Puerto Rico

Un pontevedrés entregado a la historia que dejó un interesante legado en Pontevedra, en Galicia en general y también en Puerto Rico, país al que tuvo que exiliarse de manera forzosa como conseuencia de sus ideas políticas
Fotografía de Sebastián González de autor desconocido en 1934. DP
photo_camera Fotografía de Sebastián González de autor desconocido en 1934. DP

UNA CALLE en Pontevedra lo recuerda, ubicada en la confluencia de avenida María Victoria Moreno con Rosalía de Castro. Me gustaría hacer mención a aquí al estupendo trabajo de Pepy González Clavijo, que ha escrito dos libros dedicados al callejero de la ciudad. Los nombres de nuestras calles mantienen viva la memoria a lo largo de los años de personajes históricos poco conocidos por el público en general y por eso cumplen una función más importante de lo que pudiera parecer.

Sebastián González García-Paz fue doctor en Filosofía, arqueólogo, historiador y escritor que nació en Pontevedra el 16 (?) de mayo de 1908 en el número 14 de la calle Peregrina. Hijo de Bernardino González Paz y Ceferina García, y que conste, tuvo sólo dos hermanos, Daría y Enrique. Su padre Bernardino, conocido procurador de la ciudad, que tenía su despacho en el 25 de la calle Peregrina, ocupó cargos como el de Secretario del Colegio de Procuradores de Pontevedra, trabajó como administrador de fincas en el 84 de la calle Peregrina y fue presidente de Recreo de Artesanos en 1918. En el terreno político era republicano, tesorero del partido político Juventud Progresiva, presidente del Partido Radical y concejal del Ayuntamiento de Pontevedra. En el entierro civil de José María Liquery reclamó el derribo simbólico la muralla y de la existencia de dos cementerios, uno para católicos y otro para el resto del mundo: el civil. Bernardino falleció el 28 de octubre de 1918 por la gripe española, como miles de personas en Galicia, cuando su hijo Sebastián tenía 10 años. En octubre de 1919 se celebró un homenaje a "la memoria del infatigable luchador en favor de los humildes" en el que participaron unas 3.000 personas y representantes de Cangas, Moaña, Domaio, Vigo, Lavadores, Marín o Vilagarcía.

Sebastián comenzó sus estudios en el Instituto de Pontevedra en el momento en que su padre falleció. En un extenso artículo en la revista Grial, Antonio Fraguas recuerda que era un joven inquieto aficionado al deporte, sobre todo del fútbol. Pronto demostró un vivo interés por las asignaturas de Geografía e historia local a cargo del catedrático José Bañares y Magán, con Valentín Villanueva Rubias, que posteriormente sería canónigo de la Catedral de Santiago. Entre sus profesores estaban en Historia Natural con Ramón Sobrino Buhigas y de Ética y Rudimentos de Derecho a Antonio Losada Diéguez, todo un lujo. Algo que tuvo claro Sebastián fue la importancia de conocer difundir y estudiar la historia de Galicia y la local de Pontevedra. Una vez terminado el bachillerato cursó la carrera de Filosofía y Letras en Santiago.

Fue miembro del Consejo Director del Seminario de Estudios Galegos, con el que hizo numerosas colaboraciones y miembro de la Real Academia Galega. Mano a mano con Florentino López Cuevillas participó en el proyecto de catalogación y excavación de los castros de Domayo, Santa Tecla, Taboexa o San Cibrao. Miembro también de las Irmandades da Fala y militó en el Partido Galeguista. En esta época dejó obras como ‘La Universidad de Santiago: el pasado y el presente’ en 1934 y sobre Domingo de Andrade en 1935.

En 1936, a los 28 años, era profesor auxiliar de Paleografía e Historia del Arte en la Universidad de Santiago cuando fue separado de su puesto. El exilio forzoso, como republicano, le impulsó a elegir Puerto Rico como país de acogida. Las crónicas cuentan que se preocupó desde su llegada por estudiar la historia del país. Cuando llegó a Puerto Rico llevaba la cátedra de Historia del Arte en Santiago.

En este país fue primer Decano de la Facultad de Humanidades en 1943 y según sus palabras: "La Facultad de Humanidades aspira a que nuestros estudiantes al abandonar las aulas lleven consigo, no la fórmula mágica, que no la poseemos, para abrirse paso en la vida, sino la certidumbre de que su mocedad universitaria les ha servido para aprender a aprender". Allí estableció, como complemento a la enseñanza reglada universitaria, el Coro de la Universidad de Puerto Rico, el Teatro Universitario, el Teatro Rodante, una Sala de Exposiciones o el Centro de Excavaciones Arqueológicas que "acogió colecciones de grabados, pinturas, libros y periódicos, tejidos, pesas y medidas antiguas, esculturas populares y piezas de arqueología indígena", según Jaime Benítez, que era amigo personal y Presidente de la Universidad de Puerto Rico. Durante esta etapa en la isla, que duró varias décadas, mantuvo una estrecha relación epistolar con Luis Seoane, Ossorio Tafall y numerosos exiliados gallegos por el mundo.

No tengo el dato de cuándo regresó exactamente a Pontevedra, pero parece que lo hizo para quedarse. Y tampoco he encontrado información sobre su mujer e hijos, pero sí el comunicado de la Facultad de Humanidades de Puerto Rico sobre una de sus hijas, María del Pilar González Lamela, que continuó allí como profesora y falleció en ese país en 2018.

Una vez en Pontevedra, el interés de Sebastián por la historia local le llevó a publicar en 1965 una interesante recopilación de nombres bajo el título ‘Sobre plateros pontevedreses’ y ‘Pontevedra a fines del siglo XVI: tres dibujos desconocidos’.

A lo largo de su vida escribió numerosos artículos solo o en colaboración, como ‘La población de Nueva España en el siglo XVI’, en Boletín de la Biblioteca Menéndez Pelayo, ‘O tesouro de Foxados’, en Arquivos do Seminario de Estudos Galegos, ‘Noticias de las exploraciones arqueológicas en los castros de Borneiro y Baroña’, en el Boletín de la Universidade de Santiago de Compostela (1933) o ‘La juventud del padre Rufo’, en Extramuros.

Sebastián González falleció en Pontevedra el 5 de agosto de 1967. La placa de la fotografía adjunta, aunque pasa un poco desapercibida, se puede ver al inicio de la rúa Castelao en la fachada del Hotel Rías Bajas de Pontevedra en pleno centro de la ciudad.

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