Blogue | Comanchería

La pena y la nada

Lunes

La reseca electoral ha dejado tras de sí un gran número de lecciones importantes que, en realidad, nadie sabe cuáles son. También algún que otro cadáver político, especialmente entre la llamada izquierda rupturista, desplazada al ostracismo por un Bloque Nacionalista Galego que ha sido capaz de hacer suyos los espacios comunes de ambos, desde el feminismo al republicanismo. La victoria del Pontón en la mitad izquierda del tablero ha sido tan contundente que cualquier alternativa futura a Núñez Feijóo debería pasar por su liderazgo, a no ser que el PSdeG se saque algún conejo de la chistera en los próximos años. No será fácil, pues hablamos de un partido en el que todo está demasiado visto, tan anquilosado en las viejas estructuras que hasta sus valores más jóvenes parecen envejecer mil años antes de que se les presente una verdadera oportunidad.


Martes

-"Entre la pena y la nada escojo la pena. Y tú... ¿Qué escogerías tú?".

-"La pena es idiota. Yo elijo la nada. No es mejor pero la pena es un compromiso. Tiene que ser todo o nada y ahora lo sé".

Diálogo de Patricia y Michael en Al final de la escapada, de Jean-Luc Godard.


Miércoles

Alberto Núñez Feijóo se presentó en la sede de Génova 13 con la sonrisa oculta tras la pertinente mascarilla, una estampa obligada por las recomendaciones sanitarias actuales que apenas disimulaba su satisfacción. El suyo es un resultado sideral en un partido donde la mayorías absolutas parecen cosa del pasado, una demostración de liderazgo que no se enseña en las mejores escuelas, tampoco en los más famosos cursos de verano en Aravaca. Durante su discurso, Casado lo miraba con una mezcla de arrobo e impotencia que dice mucho de la situación tan complicada que se le presenta al líder nacional de los populares a partir de ahora, señalado directamente por el descalabro electoral en Euskadi e indirectamente por la cuarta mayoría absoluta de quién, conscientemente, alejó su campaña de los ecos disonantes de Madrid. "No debemos olvidar lo que somos", dijo Feijóo a los suyos: una frase sencilla y contundente que retrata como pocas a tantos compañeros que apenas son capaces, ya, de reconocerse cuando se miran en el espejo.


Jueves

"Vamos a cambiar las cosas porque tenemos que cambiar las cosas", dijo Zinedine Zidane en su regreso. Se había marchado un año antes, tras ganar su tercera Liga de Campeones consecutiva, pero un tanto desencantado por la renuncia constante de sus jugadores al esfuerzo doméstico. El órdago del francés en aquel momento fue mayúsculo y su victoria resulta hoy tan incontestable como la de Feijóo en las elecciones gallegas, cada una a su manera. "Pregunta por ahí, a ver si Zizou tiene algún antecedente gallego que podamos utilizar", me dice un destacado militante socialista de la ciudad, tan madridista que si Gonzalo Caballero se presentase en Pontevedra vestido de blanco, quizás podría replantearse su actual desencanto.


Viernes

"Y digo yo: ¿en lugar de sesenta y cinco millones de euros no le pudo regalar un camisón?". La sabiduría popular no tiene límites.


Sábado

Hace tanto calor que ya no sé si los pájaros trinan, piden auxilio o cantan reguetón. El verano solía ser una época feliz por razones que ya ni recuerdo pero con el paso de los años se ha convertido en un pequeño infierno del que me gustaría escapar sin hacer grandes esfuerzos, seguramente porque cada día estoy más gordo y eso, aunque no quiera reconocerlo, explicaría muchas cosas.

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