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Libertad de expresión

Guille Juncal disfrazado de ET
photo_camera Guille Juncal disfrazado de ET.

Lunes
Hoy comienza el juicio en Madrid al actor Willy Toledo por unos comentarios contra Dios y la Virgen que publicó en su cuenta de Facebook hace unos años. Aquello fue denunciado por cierta asociación de abogados cristianos y un juez decidió admitirlo a trámite para algarabía de la derecha mediática de este país. Toledo, del que no recuerdo ahora mismo ni un solo trabajo que me llamara la atención, ha demostrado muchas veces que la educación y el buen gusto no son lo suyo, pero el caso debería servirnos para reflexionar sobre el estado en el que se encuentra la mal llamada libertad de expresión en este país: que a cualquier español de a pie, por muy desagradable que sea, no se le permita demostrar su propia estupidez, es una injusticia que debería preocuparnos -y mucho- a todos.

Martes
Sin libertad de expresión, por ejemplo, estaría yo camino del juzgado por todo lo dicho esta noche en el bar, ante docenas de testigos, después de la primera parte del Barça en Nápoles. El fútbol, que en ocasiones saca lo mejor de algunas personas, también tiene la dudoso honor de sacar lo peor de otras, y en eso me declaro culpable sin que ninguna asociación de jueces setienistas tenga que venir a meter las narices en el asunto: mea culpa, señorita. 

Miércoles
"Ponte la mascarilla, hijo, que el coronavirus se está extendiendo", me aconseja mi madre a través de WhatsApp. Por si no tuviera pocas preocupaciones, la propia mujer, cada vez que viajo a Madrid, ahora se le suma esta psicosis informativa que roza el acoso mediático. Hoy, una conocida presentadora de televisión se ha dejado tomar la temperatura en directo para comprobar si presentaba algún indicio de contagio del virus y yo me he acordado de lo escrito el lunes a propósito de Willy Toledo: tenemos derecho a que los demás nos demuestren hasta qué punto son capaces de llevar su propia estupidez, especialmente si presentan un magazine diario en un importante programa de televisión. 

Jueves
El Entroido pontevedrés tiene un ganador por K.O técnico y ese es Guille Juncal, que va camino de convertirse en un histórico de estas fiestas en la ciudad. Al concejal del PP lo hemos visto disfrazado de Harry Potter, de Elliot -el niño de E.T-, de Tintín y, por supuesto, de Greta Thunberg, todos ellos confeccionados con una gran dosis de imaginación, simpatía y no poco trabajo de atrezzo e intendencia. A mí, todo este despliegue de facultades me recordó a cierta campaña de publicidad que la marca Nike lanzó hace más de una década, cuando gente como Leo Messi todavía daba cierto brillo y credibilidad a la cantera del Barça: “Soy Guille Juncal, recuerda mi nombre”. Le doy una idea para el año que viene: puede disfrazarse de Felipe González o de José María Aznar que, visto lo visto estos días, no faltará quién diga que es el mismo disfraz.

Viernes
Beatriz Pino ha sido elegida candidata de Ciudadanos a la presidencia de la Xunta con la friolera de 156 votos, 16 más que su competidor y representante del ala no oficialista del partido naranja, Manuel Jesús Morgade: hay noticias que se comentan solas. 

Sábado
Sábado de dudas: ¿qué le ha pasado a Felipe González, en qué momento se jodió su Perú, qué diría aquel personaje de Vargas Llosa? Es que no me lo quito de la cabeza, como el número 156 que me martillea incesantemente... ¿Debería comprar lotería o susurrarle tiernas palabras de amor a Goyo Revenga?  Y lo más importante: ¿de qué iba disfrazado Guille Juncal ayer? ¿de Super Mario Bros, como aseguraba en sus redes sociales, o de César Mosquera? Si alguien tiene el número telefónico de alguna asociación de abogados cristianos que me lo haga llegar, por favor: con este panorama y la libertad de expresión amenazada, nunca se sabe.