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Pimientos de Padrón y otros conflictos

Presentación dos programas. JAVIER CERVERA
photo_camera La concejala Carme da Silva, responsable de las fiestas del verano. JAVIER CERVERA

Lunes:
Creo que fue John Carlin el que dijo que la efervescencia independentista en Catalunya comenzó con la llegada de Jose Mourinho al Real Madrid y aquella tormenta de Clásicos que terminó como el rosario de la aurora: bueno, es una opinión tan respetable como otra cualquiera. Los grandes conflictos suelen tener un trasfondo más complejo pero conviene no perder de vista ciertos acontecimientos que, en principio, pueden parecer anecdóticos, como lo sucedido hoy mismo en estas tierras. "La Demarcación de Carreteras del Estado en Galicia", leo en un titular, "ha informado de que no permitirá la venta de determinados productos en los márgenes de la N-550 por ser de dominio público, entre ellos los famosos pimientos de Padrón". Luego pasa que nos liamos la manta a la cabeza, declaramos la independencia de Galicia sin previo aviso y, claro: vienen los lloros porque nadie se explica el por qué, lo de siempre.

Martes:
Si está usted siguiendo la Eurocopa ya sabrá que Mediaset estrena una nueva serie protagonizada por Álvaro Cervantes y Alicia Borrachero, o que la gran apuesta cinematográfica del grupo para este verano se titula ‘Operación Camarón’. Yo no sé en qué momento se convirtieron las retrasmisiones deportivas en espacios preferentes para publicitar otros productos de las cadenas pero el resultado es un espectáculo grotesco que linda con la épica de las tómbolas y los mercadillos: un arte ancestral que tiene su gracia en el momento y lugar adecuado, no cuando los mejores futbolistas de Europa se están jugando los bigotes. Como en Catalunya con Mourinho, o en Galicia con los pimientos de Padrón, no parece descabellado pensar que el problema comenzó cuando consentimos -y normalizamos- la imagen de Jesús Gil metido en un jacuzzi rodeado de las Mama Chicho, un formato grotesco que, además de lo dicho, explicaría también otras muchas cosas.

Miércoles:
Hasta catorce programas festivos ha presentado hoy Carme Da Silva para amenizarnos el mes de julio a los que nos gusta el cancaneo y a los que no, bien repartidos por diferentes puntos de la ciudad para evitar, entre otras cosas, que los de siempre nos acodemos al escenario y ofrezcamos esa imagen de inmovilismo tan poco exportable y aún menos edificante, en las antípodas más extremas del Efecto PO2. No estará Lenny Kravitz –como esperaba Rafa Domínguez para acusar con el dedito a Carme Fouces– pero sí The Funkles, con Laura Solla a la guitarra y todo el repertorio de The Beatles para versionar. Hace poco la entrevistó en estas mismas páginas nuestra The Truth, Belén López, y desde entonces no hago más que ver vídeos suyos en bucle mientras trato de recordar dónde carajo guardé aquella vieja guitarra y por qué he dedicado mi vida a la nada más absoluta, concretamente.

Jueves:
Sergio Ramos se va del Madrid diez años tarde, sobre todo para quienes lo hemos sufrido como rival de nuestros equipos, y la mayoría de la prensa especializada se decanta por señalar a su hermano y representante, René Ramos, como el culpable de un desacuerdo que se venía visualizando desde hace tiempo. La noticia me ha servido para retomar una de mis grandes dudas vitales: ¿cuál es el proceso mental por el cual unos padres bautizan con el nombre de René a uno de sus hijos pero se conforman con llamar Sergio al otro? El ser humano sigue siendo el mayor de los misterios que habitan este mundo, me parece fascinante.

Viernes:
Por si alguien tenía alguna duda del palo que va esta gente, Rocío Monasterio la ha liado hoy en la Asamblea de Madrid con unos comentarios asquerosamente racistas contra el diputado Serigne Mbaye: nada nuevo bajo el sol. También hoy, en Murcia, la policía ha informado de dos agresiones xenófobas, unas de ellas, el apuñalamiento de una mujer en una cola de un banco de alimentos al grito de ‘sudaca de mierda, venís a quitarnos el pan’. Esto no es como lo de Mourinho o los pimientos de Padrón, escuchen. Este sí es un germen peligroso y que está prendiendo en nuestra sociedad a tal velocidad que, cuando los dos grandes partidos de este país quieran ponerle freno, la capital de España habrá pasado a llamarse Gainesville, Florida.

Sábado:
Hoy se cumplen 34 años de la matanza de ETA en Hipercor, concurrido centro comercial ubicado en plena Meridiana de Barcelona. Mataron a veintiuna personas y dejaron heridas a otras cuarenta y cinco. Mucho se ha dicho y escrito sobre aquello. Algunos sostienen, incluso, que la banda terrorista avisó de la colocación del artefacto pero que la policía no desalojó el local, lo que nos sitúa, de golpe, frente a una de las mayores falacias del relato moderno: la culpa no fue de los terroristas, de los que cargaron un coche con treinta kilos de Amonal, cien litros de gasolina, pegamento y escamas de jabón hasta completar los doscientos kilos de carga explosiva, no; la culpa fue de ‘los otros’.

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