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Todo se andará

Lunes
Las cosas del rey emérito nos han dejado algunas de las mejores tertulias televisivas de este país y el pleno municipal de este lunes no podía ser menos. De la refriega disfrutó hasta el secretario municipal, habitualmente petrificado por la naturaleza del cargo, pero que hoy no pudo evitar unas cuantas miradas maliciosas a un lado y otro de la bancada, muy en la línea de Jorge Javier Vázquez cuando entiende que no abrir la boca es lo mejor que uno puede hacer para que el espectáculo fluya. Después de unos cuantos despachos rutinarios, los presentes afilaron uñas y dientes para tratar el tema estrella del día: la desaparición de Don Juan Carlos I del callejero pontevedrés en beneficio de Virxinia Pereira.

Lunes II
Fue un combate colosal entre Carme Fouces y Rafa Domínguez, los paladines de sus respectivos grupos en un juicio por combate muy propio de Juego de Tronos, precisamente lo que exigía y merecía la ocasión. Esto lo entendió incluso Tino Fernández, que se limitó a un par de buenos quites toreros, luciéndose pero sin restar protagonismo a las soberbias faenas de los cabezas de cartel. El vértigo en la cara de Demetrio Gómez Xunqueira, que compartía tiro de cámara con Fouces, hablaba por sí mismo: su compañera de pupitre había preparado la intervención a conciencia y las bofetadas al Borbón resonaron como aquellas hostias que le pegaba el Lundgren comunista a Rocky en la cuarta entrega de la saga. Que si indecente, que si defraudador, que si mujeriego… Solo le faltó mostrar la lista de furanchos en los que el antiguo monarca quedó a deber por no llevar la cartera encima durante sus últimas vacaciones en Sanxenxo.

Lunes III
Corría Domínguez el riesgo de quedar noqueado a las primeras de cambio, enterrado por el aluvión fouciano que se le vino encima, pero el líder de los populares ya no es aquel púgil inexperto que quiere resolver todos los combates por K.O en el primer asalto. Se mantuvo Rafa en la distancia, la guardia alta y los pies ligeros, midiendo los tiempos y argumentando con serenidad y severidad: ahora una finta, ahora un buen juego de pies, ahora un golpe bajo… No solo defendió la figura del emérito como el mejor de los monárquicos, también tuvo tiempo de ensalzar a Virxinia Pereira y ajustar cuentas con un Lores al que, hábilmente, introdujo en la ecuación cuando el envite se centró en el ámbito de la ejemplaridad.

Lunes IV
“Xa saberá vostede que estamos iniciando as xestións necesarias para traer a Lenny Kravitz e a Shakira para as festas do ano que ben”, contraatacó Fouces en el tercer y último asalto. Su ocurrencia fue muy celebrada a un lado y otro del secretario municipal, uno de los pocos que no parecía comprender a qué se refería la concejala. Se oyeron risas y alguna que otra carcajada mientras César Mosquera miraba su teléfono, como si estuviera pendiente de una llamada. “Ya está, Shakira le acaba de decir que se divorcia de Piqué”, aventuraba un buen amigo mío a través de WhatsApp, los dos atentos al pleno como en aquellos tiempos que fingíamos tener la gripe para no ir al colegio y ver Santa Bárbara colgados del teléfono fijo. “Todo se andará, señor Domínguez, todo se andará”, remató Carme en una intervención que ya es historia viva de la política pontevedresa.

Lunes V
Votó el pleno a mano alzada y, como se esperaba, Juan Carlos Alfonso Víctor María de Borbón y Borbón-Dos Sicilias perdió su lugar de privilegio en Pontevedra, una calle que le venía como anillo al dedo por ser una de las más largas y anchas de la ciudad, más o menos como su reinado. A mí, que en estos asuntos se me extravía el interés a las primeras de cambio, me quedó un buen sabor de boca con la decisión porque supone que el nombre del viejo monarca ha salido del callejero local antes que el mío, al menos según Google Maps, que sigue llamando Plaza de Rafa Cabeleira al parking de Pasarón, ahora vigilado por la mirada eterna del mural de la Señora Lola. La bautizó el escritor ourensano Juan Tallón un día que vino a Pontevedra y ahí sigue para orgullo de mi madre, que tiene un pantallazo de su navegador como fondo de pantalla en el teléfono móvil. Yo solo espero que, si algún día se deciden a cambiarlo, no haga falta extenderse públicamente en mi currículo financiero y sentimental para justificar tal decisión. A fin de cuentas, nadie sabe quién soy. Ni siquiera un Lenny Kravitz que, si en un futuro próximo quisiera aparcar su coche por la zona de O Burgo, llamaría extrañado a Carme Fouces para preguntarle: “Darling: who is Rafa Cabeleira?”. Todo se andará. 

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