Blogue | Galicia histérica

El carro

Ilustración para el blog de Rodrigo Cota. MARUXA

DICEN QUE el carro gallego tiene unos 5.000 años de antigüedad. Otros lo discuten y dicen que no hay pruebas de que el carro ya existiese cuando llegaron aquí los romanos. A veces la ciencia tiene estas cosas. "Como no he visto ningún carro de 5.000 años, es casi seguro que no existían". Yo no soy experto en carros ni en ninguna otra cosa, así que estoy dispuesto a creerme lo que me digan siempre que me ofrezcan una explicación convincente a varias preguntas que se resumen en una: que me cuenten cómo hacían nuestros antepasados para mover las toneladas y toneladas de piedra necesarias para construir un castro de tamaño mediano o pequeño, ya no hablamos de Baroña. Si además la inmensa mayoría de los castros se construían en lo alto de los montes por obvias razones defensivas, ya nos contarán cómo subían toda aquella piedra. Yo creo que en las carreras de ciencias no tienen la asignatura de Lógica.

Los filólogos, o muchos de ellos, dicen que carro es una palabra celta. Pues bien, o se ponen de acuerdo o acabaremos creyendo que los celtas inventaron esa palabra por si a alguno se le ocurría crear el vehículo, para ahorrarle trabajo. Nos venden al pueblo celta como a una panda de descerebrados incapaces de hacer nada útil hasta que llegaron los romanos a enseñarnos la rueda, los carros, las carreteras. Hasta entonces para hacer las murallas defensivas y las edificaciones interiores de un castro llevábamos las piedras una a una monte arriba. Y ya no digo para mover una pedrafita o transportar varias piedras de varias toneladas cada una para construir una mámoa. Para qué iban a usar carros y bueyes habiendo extraterrestres que siempre están dispuestos a echar una mano cuando no sabemos explicar cualquier cosa que tenemos ante nuestras narices.

Da igual, seguimos con el carro, pero antes permítame una recomendación. Hay un libro titulado Los gallegos que reúne figuras de primera magnitud en la que hay magníficos trabajos hitóricos, arqueológicos, etnográficos y más cosas así. Pues allí hay textos de gente de la talla de Otero Pedrayo, Valentín Paz Andrade, María del Carmen Pena o Antonio Odriozola. Y una pieza maravillosa de Xesús Taboada Chivite, buen nacionalista: Cultura material y espiritual en el que trata muchos temas, entre ellos el carro, que es de lo que venimos a hablar hoy aunque usted n o me permita entrar en materia.

Bien, Chivite cita a su vez a un tal Kruger, que escribió sobre el carro gallego en alemán y que dice que la configuración del carro gallego es tan diferente al romano que sin duda pertenece a una herencia cultural arraigada en el tiempo. Es de suponer que como nuestros ancestros no eran tontos, además de transportar materiales de construcción usaran el carro para todo aquello que fuese útil, como arar la tierra, viene diciendo Chivite.

Lo más llamativo del carro son dos cosas: una, que salvo una cobertura metálica en las ruedas y las piezas móviles y accesorias, que podían ser metálicas, todo lo demás era de madera. Se construía sin usar un sólo clavo. Todas y cada una de las muchas piezas se ensamblaban con cuñas y tacos de madera siguiendo una forma de producción y un diseño tan inalterable que se utilizó hasta bien entrado el S. XX.

Se construían con madera de carballo o alcornoque salvo el eje, que se hacía con fresno. Según los que saben, el carro crujía por todas partes, y el fresno del eje además de ser muy resistente provocaba un chirrido muy audible. Al parecer, por todo ese ruido la llegada de un carro gallego incomodaba a los de fuera por el ruido que montaba. En Galiza, que nos conocemos mucho mejor, ese ruido era conocido como "o cantar do carro", y al carro hemos dedicado canciones y poesías más que merecidas.

Hoy son piezas de museos etnográficos y elementos de decoración en jardines de pazos. Al menos el carro se ha ganado algún que otro honor entre tantos elementos que conforman nuestro pasado más remoto. Y sirva también como humilde elemento de antigua cohesión y comunicación entre castros, de herramienta básica durante miles de años para nuestros abuelos, Adán y Eva, los primeros que hicieron un carro gallego.