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El primer conde de Ribadeo

En agradecimiento a los servicios prestados, Enrique II le dio a Pedro Le Vesque el condado de Ribadeo, lo que incluía la propiedad de la villa

Me llegó el otro día una carta de Fernando Suárez Barcia, alcalde de Ribadeo, que me mandaba además el recomendable Roteiro pola Historia de Ribadeo, una maravilla. Y qué quiere que le diga de la carta. ¡Es una carta manuscrita! Una carta hecha a mano hoy día vale un potosí, porque la gente ya no sabe escribir a mano, o sea que estamos ante un documento único. Le agradezco mucho desde aquí sus palabras tan llenas de cariño. Tenemos que hacernos mejores amigos, que tiene a su ciudad como los chorros del oro.

Y voy a aprovechar para arrojar un poco de luz sobre el peculiar origen del ducado de Ribadeo, que todos los día recibimos en la redacción llamadas de gente exigiendo a gritos saber de dónde viene el condado de Ribadeo y quién fue su primer conde. Aquí siempre atentos a las demandas de nuestros lectores y lectoras, aunque si es por conocer el asunto de forma breve viene en la Wikipedia, yo prefiero utilizar como fuentes cosas más importantes como la crónica de Hernando del Pulgar o de Fernán Pérez de Guzmán. Una y otra se encuentran en versión digital. La mejor es la de Hernando del Pulgar, que era muy gracioso escribiendo. Al almirante Fadrique de Castilla, por ejemplo, lo describe así: "Fue pequeño de cuerpo y hermoso de gesto. Era un poco corto de vista, hombre de buen entendimiento". No me diga usted que no es una maravilla. Lo malo de la obra de Hernando del Pulgar es que las ediciones disponibles son del S. XV, y tanto la tipografía como la gramática que se utilizaban no estaban pensadas para que alguien leyera aquello después de tanto tiempo, pero con algo de paciencia uno se acostumbra.

Volvemos al condado de Ribadeo, que se me pierde usted cavilando sobre estupideces. Qué tendrá que ver la tipografía. Céntrese, haga el favor. Bien, el primer conde de Ribadeo fue un francés, un tal Pierre, conocido en Galiza como Pedro Le Vesque de Vilaines, aunque otras fuentes le llaman Le Basque, imagino que por creerlo erróneamente vasco y era un tío que a las órdenes de otro francés, Bertran du Glesquin, ayudó al aspirante Enrique II de Trastámara a luchar contra su hermano Pedro I el Cruel para arrebatarle el trono, y sobre todo a asesinarlo a puñaladas, que era la mejor manera de resolver un tema sucesorio en la Corona, más o menos como ahora pero sin complejos.

En agradecimiento a los servicios prestados, Enrique II le dio a Pedro Le Vesque el condado de Ribadeo, lo que incluía la propiedad de la villa. Era poco habitual que los reyes de Castilla entregaran condados y tierras a extranjeros. De hecho era norma en las escasas ocasiones en las que esto sucedía darles antes una carta de naturaleza por la vía rápida, que era como la nacionalidad, como hacen hoy con los deportistas. Ignoro si el primer conde de Ribadeo, que recibió ese título en 1431, tuvo que pasar ese trámite, pero lo que sí sabemos es que el muy desagradecido no debía sentir aprecio por sus nuevas tierras, bien porque ya era un magnate con castillo en Francia, que lo era, bien porque andaba escaso de liquidez.

Así que Pierre vendió el condado, lo que supone otra rareza. Yo no conozco otro caso, entre otras cosas porque nadie se deshacía de un título de tal calibre ni de una villa en propiedad concedida graciosamente por un rey. Por supuesto, tuvo que hacerlo con permiso de la Corona, que era quien daba y quitaba títulos. No creo que al rey le hubiera hecho ninguna gracia hacer esa excepción, pero es de suponer que le interesaba llevarse bien con los franceses, pues de otra manera es inexplicable que alguien vendiera un condado.

El título volvió a la corona cuando el comprador se quedó sin herederos, con lo que se le concedió a otro, tocayo mío, pero no es cosa de llenar esto de nombres. Vamos directamente al final de la historia del condado de Ribadeo, que acabó en manos de la Casa de Alba. No sé si ya conté una vez que los títulos más respetables de la Galiza medieval acabaron en la depredadora Casa de Alba. Si no fuera por condados como el de Lemos, el de Salvaterra, el ducado de Soutomaior y así hasta una treintena, todos los miembros de la familia Fitz-James Stuart estaría ahora tocando la flauta en una calle o pidiendo dinero para un bocadillo aunque todos sabemos que es para droga, que podemos engañar a otros y a nosotros mismos pero a Dios, señora mía, a Dios no se le puede engañar porque todo lo ve.

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