Opinión

El arte de querer

Esta pandemia, que se va a llevar por delante todo un año de nuestra vida, nos ha dejado alguna cosa buena. Bien es cierto que, dependiendo de la actitud y predisposición de cada uno, las enseñanzas pueden ser bien distintas. Lo que sí debería ser prioritario en nuestras vidas ahora es saber priorizar y darle importancia a las cosas que realmente la tienen.

Conozco a Eugenia Martínez de Irujo desde hace mucho tiempo. No hablamos todos los días, ni con la frecuencia que nos gustaría, pero sabemos que estamos en el mismo punto que lo dejamos cuando nos vimos la última vez. He vivido con ella momentos que siempre recordare, sobre todo el de su boda en la catedral de Sevilla ¡Lo que dio de sí esa boda! Ha llovido mucho desde aquello y han pasado cosas que han cambiado la vida de ambas.

Siempre ha sido una mujer solidaria y preocupada por los demás. Como todo lo que acostumbra a hacer en su vida, su filantropía es silenciosa, no la utiliza para estar en los medios. Solo adquiere repercusión mediática cuando el motivo es lo suficientemente importante para darle visibilidad. Y es lo que ha hecho, hace unos días, al exponer las pinturas que realizó en los meses de confinamiento y cuyos beneficios donó a la Fundación Querer.

El alma mater de ella es la periodista Pilar García de la Granja. Nos conocemos desde el mismo momento en el que, aun viviendo en Nueva York como corresponsal de Mediaset, puso en marcha The Luxonomist, donde empecé a colaborar escribiendo sobre velas, una de mis debilidades. Con el tiempo, ese lifestyle derivó en lo que realmente es mi vida profesional: la cultura, el cine, las entrevistas.

Pilar es la madre de Pepe, un niño adorable con una enfermedad rara. Son muchas las personas que desgraciadamente tienen una y que desconocemos. Los Gobiernos tienden a desatender a quienes las padecen y ella luchó contra los elementos para conseguir dar visibilidad a ese colectivo. Por tal motivo creó la Fundación Querer.

Es una Institución sin ánimo de lucro, creada en 2016, cuyos recursos se dedican íntegramente a los fines fundacionales: la Educación, investigación y difusión y concienciación social, relacionadas con los niños con necesidades educativas especiales, derivadas de sus enfermedades neurológicas y que sufren específicamente Trastorno de Lenguaje como consecuencia de sus padecimientos.

La misión de la Fundación es fomentar la creación de grupos de trabajo multidisciplinares, que tengan capacidad para diagnosticar e investigar trastornos neurológicos relacionados con el lenguaje. Todo desde un punto de vista clínico, farmacológico, neurológico y educativo.

Eugenia, conocedora de esta labor, decidió donar lo recaudado por sus pinturas para ayudar a todo aquello que la Fundación Querer defiende. "Soy consciente del gran talento y la gran formación que tienen nuestros pintores, pero esta es mi manera de expresarme y de poner color a los momentos más difíciles de mi vida". 

No es la primera vez que les ayuda de forma desinteresada. Sabe lo necesarias que son estas acciones para sacar adelante los proyectos. Sus pinturas, todas vendidas el día de la exposición, están llenas de luz y de color, algo que se agradece en estos momentos en los que es imprescindible el arte de querer.

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