Opinión

Feministas

LOS MOVIMIENTOS feministas, nacidos en los albores de la lucha por la igualdad y la emancipación, inmediatamente después de la independencia de los EE UU (1776) y de la Revolución (1789), no suelen ocultar hoy su radicalización y su sesgada orientación. Dependiendo de qué lado sople el viento, se hacen notar ruidosamente o no salen de la madriguera. Si el móvil surge a contrapelo ideológico, las hordas prorrumpen en tromba, a lomos de la algarabía; si el conflicto se origina entre afines, enmudecen, bien por no incomodar a sus valedores o porque no advierten ningún rendimiento partidista que es su principal fuerza motriz. No prima la coherencia que debiera presidir sus principios de honestidad, defendiendo las causas o criticando los motivos sin subordinarse a las tendencias. Al hilo, Juan Carlos Quer, padre de la joven raptada y asesinada por El Chicle, en A Pobra do Caramiñal, en el verano de 2016, expresó sus quejas, criticado las movilizaciones de esta semana en Andalucía y atribuyendo "coherencia cero" a las asociaciones feministas. "Me pregunto dónde estaban cuando apareció el cadáver de mi hija Diana, tras ser violada y asesinada". Estaban a lo suyo.

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