Opinión

La importancia de llamarse Bunbury

EN UNA de las obras cumbre de la dramaturgia mundial, La importancia de llamarse Ernesto, el genial escritor Irlandés, Oscar Wilde, centra la historia en su protagonista, Algernon Moncrieff, quien tiene un amigo imaginario llamado Bunbury con un precario estado de salud. En plena sociedad victoriana del siglo XIX, donde las costumbres clasistas imperan en las familias de la alta burguesía inglesa, Algernon justifica su ausencia en los eventos sociales aludiendo al cuidado de su enfermizo amigo Bunbury. Así logra evadir su presencia en esas tediosas reuniones, donde el té, la cerámica, los relojes de pared, los salones con lámparas de cristal y sillones bordados se mezclan con la mediocre altanería que tanto detesta, permitiéndole escapar del aburrimiento intelectual y desarrollar en solitario su verdadera pasión.

La vida bohemia y canalla, en lo que el mismo llama, un ejercicio de "Bunburismo", que no es otra cosa que huir de lo políticamente correcto en todas las dimensiones del concepto. Este miércoles por la noche Pontevedra recibe a uno de los integrantes de la mejor banda de rock español de todos los tiempos, Héroes del Silencio. Y la clasifico como banda de rock por colocarle una etiqueta, ya que su estilo es inclasificable. Con Héroes del Silencio, Enrique Bunbury compuso versos y estrofas dignas de figurar entre las mejores antologías de la poesía literaira contemporánea. Porque sin Héroes del Silencio sería imposible entender gran parte de la cultura de los años noventa en este país. Ya en solitario, Bunbury quiso desarrollar toda la inventiva que crecía en la imaginaria fuente de ideas que su poderosa mente alberga. Discos transformadores, donde explora y mezcla todas las combinaciones musicales posibles, como un cóctel multicolor donde los instrumentos se transponen, retando al oyente a descubrir nuevas composiciones auditivas, invitando a descubrir sonidos, paisajes y paradigmas nuevos, siempre en continua mutación, como un Kandinski de la canción. Bunbury es un artista camaleónico, un sultán del escenario, un pensador, un filósofo que no parece tener fronteras polifónicas, profundizando siempre en nuevas culturas musicales, desde el pop a la electrónica, del tango a la ranchera, del rock a la balada, de la cumbia al cabaret. Bunbury no hace música fácil para oídos hambrientos de estribillos comerciales.

Los Héroes del Silencio tienen letras que después de escucharlas mil veces todavía esconden resquicios para la comprensión y el entendimiento, porque la abstracción adjetival, la policromía imaginativa, el surrealismo conceptual, el metafórico y vasto horizonte musical que este artista ofrece, exige un escucha atenta, reflexiva, socrática. Poco más hay que decir sobre Bunbury que no esté escrito ya en los libros de historia. Esta noche Pontevedra tendrá el honor de asistir a algo más que un concierto. Será un recital que hará retumbar la paredes del casco histórico, hará bailar a la Virgen de la Peregrina y hasta los héroes de Ponte Sampaio saldrán de su inmóvil letargo para alzar la mirada al escenario. Este miércoles llega el cantor, el dandy del pop, el maestro de la palabra, el vagabundo del rock que traslada la cultura de los países que visita a los sonidos que expresa. Según Loquillo: "En España solo quedan dos grandes estrellas, Bunbury y yo". Sobran las palabras.

Comentarios