Opinión

'Mi Lores' y las 56 patitas traviesas

Miguel Anxo Fernández Lores. JAVIER CERVERA-MERCADILLO
photo_camera Miguel Anxo Fernández Lores. JAVIER CERVERA-MERCADILLO

LES VOY a hacer partícipes de una historia muy tierna de nuestro alcalde, Mi Lores, y una de sus facetas más personales: la de cuidador de perritos.

Es sabido que nuestro regidor tiene una mascota. Una perra gran danés, que, para más señas, estaba embarazada y acaba de parir la friolera de 14 cachorritos. Lo de cachorritos es un decir, porque con apenas unas semanas, las crías de un gran danés ya son unos cachorrones y sus estómagos empiezan a comportarse con una voracidad acorde con el tamaño que tendrán los canes en su vida adulta.

Eso, precisamente, es lo que está notando Mi Lores, que los perriños le comen más que una lima. Y con los precios de las bolsas de pienso para chuchos recién nacidos, no les digo yo como le va a salir la salsa de la crianza. El regidor ha contado que lleva unas semanas totalmente absorbido por el trabajo que le está dando la camada canina. Se puede pasar hasta dos horas, entre darles de comer a todos, cortarles las uñas para que no se hagan daño unos a otros, o a su mamá, y otras tareas propias del cuidado de un animal de compañía, que cuando se trata de una cría son más laboriosas, y, si se trata de 14, ya ni les cuento.

Esto de estar con la campaña de las elecciones nacionales, la precampaña de las municipales y al frente de una ciudad como la de Pontevedra debe ser muy estresante, por eso no me extraña que el alcalde haya fijado su nuevo refugio de paz cerca de estos cachorros a los que tanto mima. ¡Hasta ha contado el trabajo que dan los pequeñajos revolviendo todo con sus 56 patitas y haciendo sus necesidades aquí y allá!

Más allá de los límites de la ciudad del Lérez hay otro alcalde que en vez de invertir su tiempo en perrines lo invierte en el amor. Les hablo de Xosé Manuel Fernández Abraldes, que este martes a mediodía tuvo que interrumpir sus actividades para oficiar una boda. Y a mí no me sorprende nada que le elijan a él como oficiante, vecinos y no tan vecinos, puesto que no se me ocurre nadie que desprenda mejores vibraciones que Abraldes para eso de sellar un acuerdo matrimonial. Lo que este nacionalista de Barro une, les digo yo que no se separa facilmente. Otra cosa es ya casarse en martes. Porque era martes. Y según la sabiduría popular, en martes no hay que casarse ni embarcarse. En fin, supongo que una pareja convencida de la firmeza de su amor no tiene ni fisuras para supersticiones de calendario.

Por último, hablando de personas apasionadas, hay que ver la pasión que puso Lía Rodríguez Barros en su viaje al mitin de Pedro Sánchez en Vigo. La socialista de Barro acudió en familia a la cita y acompañada de su ya famosa bandera republicana con la que acude a todos los grandes actos.

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