Un joven viaja a Sanxenxo en monopatín tras dejarle tirado el bus por falta de cambio

El pontevedrés de 17 años recorrió quince kilómetros sobre su skate, después de que el conductor del autocar se negase a llevarlo al no tener cambio de 20

El joven G., con su monopatín, por Pontevedra. RAFA FARIÑA
photo_camera El joven G., con su monopatín, por Pontevedra. RAFA FARIÑA

Un minuto antes de la hora de entrada llegó el joven G. a su puesto de trabajo en Sanxenxo después de recorrer en monopatín parte del trayecto que separa Pontevedra de la villa sanxenxina.

La odisea de este pontevedrés de 17 años de edad, cuyos padres prefieren que se mantenga en el anonimato, comenzó a primera hora de la mañana del miércoles cuando como cada día se disponía a coger el autobús que une Pontevedra con Sanxenxo, donde trabaja como monitor de vela. Según relata Ángeles, la madre del menor, el conductor del autobús se negó a llevar a su hijo ya que no tenía cambio de 20 euros. "Sus palabras literales fueron: "Tú no puedes venir aquí con un billete de veinte euros. Hay que tener cabeza. Ahora vas a buscar cambio y coges el siguiente bus".

Recorrer la carretera hasta Combarro en su skate le llevó media hora

G., que va a todas partes con su monopatín bajo el brazo, explicó al chófer que apenas llevaba unas monedas sueltas que no llegaban al 1,40 euros que cuesta el billete, y que no quería llegar tarde a trabajar. Sin embargo, el conductor no cedió y el chico se quedó en tierra. Viendo que el siguiente autobús no pasaba hasta dos horas más tarde, el joven se lanzó con su monopatín por la PO-308. "Mi padre ya me había llevado dos veces en coche durante el verano, así que no quería llamarle otra vez, y pensé que por lo menos sería capaz de llegar con el monopatín hasta Poio", relata.

Recorrer la carretera hasta Combarro en su skate le llevó media hora. Por el camino, tramos con aceras estrechas y otros sin ellas, por lo que G. tuvo que utilizar el arcén para desplazarse y extremar toda precaución. "Fui todo el rato por la izquierda para controlar bien los coches", dice. Ya en la villa de los hórreos cogió un taxi para que le trasladase hasta Raxó con el objetivo de evitar el tramo de subida. "Le conté lo que me había pasado y me acercó hasta Dorrón sin cobrarme la última parte del trayecto", añade G. agradecido. Una vez allí completó su periplo de nuevo en monopatín. "Esta vez fue mucho más fácil porque las aceras eran más anchas, por lo que pude ir más rápido y remar menos", explica.

"Llegó a las once menos un minuto a trabajar", destaca la madre entre orgullosa y preocupada.

G. ha trabajado todo el verano como monitor de vela en Sanxenxo, adonde viajaba a diario en bus. Desde hace unos días enseña a navegar a personas con discapacidad en el marco de un programa que ofrece el Náutico. El compromiso adquirido con su grupo le llevó a salir disparado hasta Sanxenxo para no retrasarse. "Al llegar lo comenté con mis compañeros. A todos les pasó alguna vez que se encontraron sin cambio en el bus, o con menos dinero del necesario, pero ellos tuvieron más suerte y los dejaron ir".

RECLAMACIÓN. Además de orgullosa, la madre de G. se mostró molesta por lo sucedido, por lo que interpuso una reclamación ante la Dirección xeral de Transporte y la empresa responsable del servicio que cubre la línea Pontevedra-O Grove, que abrió un expediente al conductor implicado. Para el trayecto en cuestión el chófer tiene la obligación de llevar cambio de hasta 20 euros y en caso de que se quedase sin él, de trasladar al usuario hasta la siguiente estación de autobuses -en este caso en Sanxenxo- donde podría obtener cambio.

Para G., su viaje por uno de los viales con más siniestros de la provincia ha sido solo una aventura. "Claro que con un carril bici o más aceras sería mejor", sugiere a los responsables de Poio y Sanxenxo.