Los militares de la Brilat, los otros héroes anónimos

Sus principales tareas son reforzar el control policial del estado de alarma, la desinfección de enclaves neurálgicos, visitas a militares retirados y vigilancia de las fronteras
2020041013270199325
photo_camera Dos militares cruzando por la plaza de A Ferrería. JAVIER CERVERA-MERCADILLO

La Brilat aportó su contribución a la lucha contra el coronavirus al día siguiente de declararse el estado de alarma, pero los militares estaban preparados desde mucho antes, presagiando que la situación alcanzaría cotas nunca vistas, como finalmente ha ocurrido. Porque es en ese contexto de desesperación y de desbordamiento cuando la preparación y la contribución del Ejército se muestran más útiles y necesarias.

Uno de los cometidos asignados a los militares fue reforzar los controles policiales a pie de calle, cuando ni siquiera se había endurecido todavía el confinamiento. Vigo acogió la primera misión en la provincia y al día siguiente, los soldados y sus compañeros de la UME se desplegaron por la capital para desinfectar puntos estratégicos, como las paradas de autobús o la estación de tren.

Desde entonces y hasta ahora, la Brilat acumula más de 200 misiones de presencia y reconocimiento en más de medio centenar de localidades de Galicia, 30 de Asturias y 25 de Valladolid.

En estos despliegues no solo están implicadas las escuadras o patrullas que los ciudadanos ven a pie de calle. Su preparación abarca a los 3.000 militares que integran la Brilat, desde la parte logística a la sanitaria, pasando por Estado Mayor y los equipos NBQ.

Es precisamente a esta unidad (especializada en la lucha Nuclear, Biológica y Química) a la que compete una las funciones de mayor relevancia: desinfectar todos los focos donde exista un alto riesgo de contagio, tales como centros de salud, hospitales, zonas de transporte, supermercados, residencias de mayores... Hasta la fecha llevan más de 60 intervenciones.

La participación del Ejército en la lucha contra la Covid-19 se denomina operación Balmis, en honor al médico militar que llevó a América la vacuna contra la viruela. Uno de sus ayudantes entonces, Salvany, ha dado nombre a las misiones que se llevan a cabo a nivel local; y dentro de ellas se encuentra la operación Finisterre, que comenzó el miércoles en la prisión de A Lama y que durante una semana incluirá la desinfección de 55 enclaves neurálgicos de la provincia.

La unidad NBQ ha realizado ya desinfecciones en  medio centenar de hospitales, áreas de transporte, residencias, centros de salud, supermercados...

Para llevarla a cabo, los militares pontevedreses cuentan con el refuerzo de dos equipos NBQ, llegados desde acuartelamientos de Valencia y de Burgos.

FRONTERAS. Otra de las competencias asumidas por la Brilat es la de reforzar la vigilancia que la Guardia Civil realiza en la frontera con Portugal, primero en la franja pontevedresa y recientemente, también, en la parte de Ourense.

A mayores, desde hace cuatro días, sus efectivos vienen desempeñando una labor silenciosa pero de enorme calidad humana: acompañar e interesarse por militares retirados o en la reserva que viven solos o pueden presentar algún contratiempo. Tienen una relación de 150 solicitantes y ya han visitado a la mitad.

Siete positivos pero ninguno durante las misiones
La Brilat contabiliza, hasta la fecha, un total de siete positivos por coronavirus: cuatro en Pontevedra y tres en Asturias. Sin embargo, ninguno de ellos resultó contagiado durante el desarrollo de la operación, sino que la enfermedad les sobrevino por contactos anteriores con otros infectados. De hecho, la seguridad sanitaria se ciñe a un estricto e inquebrantable protocolo, que va desde la dotación de mascarillas y guantes a todos los militares que salen a la calle (las llevan en el bolsillo derecho de su pantalón y las usan en caso de proximidad a la población) hasta la absoluta limpieza del material utilizado en las labores de desinfección, de ahí que el repliegue de los efectivos se suela ralentizar sobremanera.

Comentarios