Sueños de miseria y gloria

SUPERACIÓN ►El mejor defensor del mundo de balonmano playa, afincado en Pontevedra desde hace 15 meses, se proclamó campeón de los primeros Juegos Mundiales de deportes de arena con la selección brasileña después de un año en el que no tuvo "ni para comer ni para pagar la luz"

FORMACIÓN ►Thiago Jordan, que nació en una de las favelas más violentas de Río de Janeiro, se marchó de Brasil angustiado por la inseguridad de un país en el que dejó un puesto de profesor de Educación Física en un colegio para hacer realidad sus sueños

Thiago Jordan simulando un lanzamiento. JAVIER CERVERA-MERCADILLO
photo_camera Thiago Jordan simulando un lanzamiento. JAVIER CERVERA-MERCADILLO

Cuando alguien nace en una favela tiene muchas posibilidades de que tenga una vida complicada. Si ve la luz por primera vez en una de las más peligrosas de Río de Janeiro esas opciones aumentan de manera considerable, pero hay personas que están dispuestas a llevar la contraria a la lógica, a transformar la adversidad en argumento para luchar y mejorar las condiciones de su entorno. Una de ellas es Thiago Jordan, que a pesar de una infancia muy difícil fue capaz de ir a la Universidad y licenciarse como profesor de Educación Física, pero un día –por voluntad propia– su existencia volvió a cambiar.

"El dueño del colegio en el que yo trabaja en Brasil es de Pontevedra y me animó a que viniera. Vine por tres meses a probar", relata con una tranquilidad pasmosa y a la vez convencido de que a pesar de que todavía no se ha asentado totalmente en Galicia fue la mejor opción porque "en Brasil no se vive, se sobrevive y España era una oportunidad", sentencia con firmeza.

"Viví de lo que me daban. Hubo muchos días en los que no comía porque no tenía dinero"

"Vine con el deseo de llevar una nueva vida porque en Brasil las cosas están muy complicadas. Tenía miedo por mí y por los míos. Mi intención era venir yo primero y después traerme a mi familia (tiene una hija de dos años), pero fue imposible", asegura con tristeza. La complicada situación de su país fue la que le obligó a hacer las maletas. "Para muchos, yo en Brasil tenía una buena vida, pero es algo ficticio porque no hay seguridad, salud... Tú te despides de los niños para salir a la calle y no sabes si los vas a volver a ver. Es muy peligroso porque en cualquier momento te pueden matar".

Thiago Jordan posa con su medalla en Barcelos. JAVIER CERVERA-MERCADILLO

En su país, Thiago Jordan es un mito del balonmano playa, uno de los grandes ídolos de la arena de un país que es la primera potencia del mundo. Era un fijo en los planes de la selección, pero quería más. Esa ambición se cimentaba en poder "jugar en un país que tuviera una buena competición de balonmano playa", pero su sueño era tratar de abrirse camino en el balonmano de pista. Eso sí, sabía que dejar su país era empezar prácticamente de cero.

Ser un mito en el balonmano playa no le garantizaba nada. "Son dos deportes muy distintos", aseguraba ayer un conocido entrenador. "Yo empecé jugando a balonmano pista, pero después estuve mucho tiempo en el balonmano playa y tengo que volver a adaptarme. Son dos deportes con muchas diferencias y por eso no me pude adaptar al máximo nivel del juego".

"Para muchos yo en Brasil tenía una buena vida, pero es algo ficticio porque no hay seguridad, salud..."

Al recalar en Pontevedra estuvo entrenando en el Cisne y también en el Teucro, pero no terminó en ninguno de los dos. Su destino fue el ahora desaparecido Academia Octavio. Inicialmente era una buena noticia, pero pronto se convirtió en un auténtico calvario. "No cumplieron nada de lo que me prometieron". Le dejaron de pagar y el sueño se transformó en un tormento. "Llegué a pasar hambre. Se me acabaron los ahorros y no tenía ni para comer. Hubo mucha gente que me ayudó, pero fue horrible".

El considerado como el mejor defensor del mundo de balonmano playa sufrió la cara más cruel del deporte. Sus cuatro títulos mundiales y ser una de las referencias del deporte de un país no le sirvió para nada. Se quedó prácticamente en la calle. "Viví de lo que me daban. Hubo muchos días en los que no comía porque no tenía dinero. Era como mendigar y me cortaron la electricidad. En invierno pasé mucho frío".

A pesar de los momentos horribles por lo que pasó volvería a irse de Brasil. "Yo tomé una decisión y no me arrepiento. Necesitaba cambiar y luchar por mejorar. Sé que no es un camino sencillo, pero debo seguir luchando", reconoce con optimismo aunque no olvida que "no tuve para el alquiler y tuve que dejar mi piso. Todo se me puso en contra. No tenía ni para comer. Algunas veces he pasado hambre, pero a la vez es un aprendizaje que me hizo más fuerte".

"Vine con el deseo de llevar una nueva vida porque en Brasil las cosas están muy complicadas. Tenía miedo por mí y por los míos"

HORIZONTE. No olvidar nunca sus orígenes le valió para estar convencido de que las cosas podían cambiar. "En Brasil también pasé por muchos problemas. Yo nací pobre y eso no fue impedimento para que tuviera una educación. Traté de mejorar mi entorno. Tenerlo todo en contra me dio más ganas para seguir luchando".

No todo fueron malas noticias. En su estancia en Pontevedra se encontró con gente que "me ayudó mucho". Uno de esos duendes es Vladimir, el director del colegio en el que trabajaba en Brasil y el ahora coordinador de la cantera de la Sociedad Deportivo Teucro, Milucho Pintos. "Gracias a él pude matricularme en el curso de entrenador de balonmano". Ese hecho le sirvió para conseguir un visado de estudiante. Era la única opción que tenía para seguir de legal en un país en el que no encontró un contrato laboral.

Cuando emigró a Europa era consciente de que podía dejar de ser un habitual en la canarinha con la que fue campeón del mundo cuatro veces (2013, 14, 17 y 18) y subcampeón en una (16). Era un riesgo que quería correr porque "había algo más importante en juego: mi vida". "Sabía que me podía quedar fuera de la selección, pero tenía que tomar una decisión porque no me gustaba cómo estaban transcurriendo las cosas en mi país".

"Estoy en deuda con mucha gente. Aquí he conocido a personas maravillosas que me han ayudado mucho"

Su presencia en España fue apetitosa para muchos equipos, pero el balonmano playa es prácticamente amateur. "Casi no tenía ingresos". Se incorporó al Azuqueca, con el que se proclamó subcampeón de Europa en un campeonato en el que, una vez más, fue elegido como el mejor defensor. Credenciales que le valieron para ser reclutado por su país para disputar la primera edición de los Juegos Mundiales de los deportes de arena, que se celebraron a mediados de este mes de octubre.

Brasil acudió a Catar con el objetivo de refrendarse como una de las principales potencias mundiales y a la postre lo consiguió "en un campeonato de mucho nivel", recuerda Thiago. En la primera fase el único borrón fue contra Dinamarca, por lo que tuvieron que verse las caras en cuartos de final con otro de los referentes de este deporte, Croacia. Para muchos fue la final anticipada. "Fue un partidazo". Derrotados los balcánicos, el obstáculo para luchar por el oro fueron los anfitriones. "En la pista hubo un gran ambiente", recalca. El último partido del torneo fue muy familiar para Thiago porque le enfrentó a España. "Fue un encuentro muy especial contra jugadores que son mis amigos".

De Catar, se trajo para su nueva ciudad una medalla de oro muy especial porque "ha sido un año muy duro, de sufrimiento, de lágrimas, de tristeza...". Con orgullo mira una presea diferente porque llegó en una competición que nació para ser un referente y porque en ella se resumen los últimos 15 meses de su vida en los que se hizo más fuerte y en los que también se replanteó muchas cosas, pero también de estar convencido de que "me quiero quedar en Pontevedra. Quiero establecerme en España".

"Sabía que me podía quedar fuera de la selección, pero tenía que irme de Brasil. Las cosas cada vez están peor"

Ahora milita en las filas del Balonmano Ribeiro (Ribadavia) donde se siente feliz. "Quiero ayudar a que el club crezca", recalca antes de dejar claro que "no quiero que sea ningún trampolín. No estoy allí para que me vean e irme a otro sitio sino para crecer conjuntamente".

Cuando llegó a Pontevedra soñaba con hacerse un sitio en un equipo profesional, ahora su deseo es seguir creciendo y cree que el Balonmano Ribeiro es perfecto para ello.

Su faceta como jugador lo compagina con la labor de entrenador porque una de sus principales vocaciones es educar. La próxima semana comenzará en un equipo de la cantera del Club Cisne Balonmano. "Es una buena oportunidad" porque en un futuro "me veo como entrenador". Al fin y al cabo es un educador que cree firmemente en la fuerza del deporte "porque sociabiliza, convierte a las personas en más fuertes y es una escuela de valores".

Uno de sus mayores triunfos es que "20 jugadores míos han llegado a la universidad. Aquí eso no se valora, pero en Brasil es un gran triunfo. Vivir en una favela y tener estudios universitarios es muy complicado". La vocación de ayudar a los demás le hace soñar con poder "traer chavales a España para que se formen" y puedan compaginar "los estudios con el balonmano".

Su sueño es trabajar para que al igual que hizo él en un futuro chavales de las favelas "puedan crecer a través del balonmano". En su cabeza saber cómo hacerlo. "Me gustaría que pudieran tener la oportunidad de salir de Brasil y mejorar". Y todo ello desde Pontevedra: "Estoy en deuda con mucha gente. Aquí he conocido a personas maravillosas que me han ayudado mucho".

Aunque cada vez se siente más a gusto en Pontevedra no le quita el ojo a Brasil y lo que ve no le gusta. "Cada vez las cosas están peor. Hay mucha inseguridad. La pobreza cada vez es mayor y falta mucha educación". Son palabras de alguien que sabe lo duro que es llevarlo la contraria a lo que parece que está escrito en el destino.

La intrahistoria. De Vila Ipiranga a São Gonçalo
La de Thiago Jordan es una vida de superación y sacrificio. Nació hace 32 años en una de las favelas más violentas de Río de Janeiro, la de Vila Ipiranga. "Salir de allí fue complicado". Sobrevivir allí ya es un triunfo, según reconoce con emoción. Lo tenía casi todo en contra, pero la constancia de los suyos sirvió para que se formara. La pobreza casi siempre le acompañó porque tras salir de la favela se fue a vivir a São Gonçalo, una ciudad limítrofe con Río de Janeiro (se considera un barrio) y uno de los lugares más pobres de la zona.

Toque de queda
São Gonçalo no solo es un municipio pobre de Río de Janeiro sino también un lugar inseguro como demuestra que en determinados momentos del año hay toque de queda, por lo que nadie puede salir de sus viviendas.

Favelas
Río de Janeiro tiene en su territorio cerca de un millar favelas, que representaban En la última década el área de ocupación de asentamientos informales creció de manera considerable. El término favela surgió en Brasil y se aplica genéricamente a las zonas pobres en el espacio centro-urbano. A mediados del siglo pasado se decidió por primera vez incluir los asentamientos irregulares en los censos poblacionales, y para ello trazó una definición de favela que incluye a las aglomeraciones humanas pobres.

50%
Las muertes violentas son habituales favelas de Río. Los asesinatos en Río han aumentado en más de 40 por semana después de los Juegos de 2016. Los muertos a manos de la policía han subido más del 50% desde el final de la cita olímpica.

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