Opinión

Relaciones laborales

EL ESTADO de la nación es el que es: un alegato carente de virtudes. Aunque yo les aseguro que si a los partidos políticos les subvencionaran una vez formado un gobierno, en este país ya lo tendríamos desde hace semanas.

El caso es que la cosa quema y se ennegrece a medida que las noticias se agolpan cual patada o puñetazo mañanero que logra abatirnos totalmente el estado de ánimo. Ahora sabemos que aumentan las ofertas de empleo (por llamarlas de alguna manera) a cambio de comida y un techo, pero sin sueldo, evidentemente, no vaya a ser que nos acostumbremos a “lo bueno” y mañana pidamos más retribuciones.

Por un plato de lentejas —o una papilla entibia— y un techo bajo el que dormir. Es el ofrecimiento de la nueva esclavitud del siglo XXI, que aprovecha la desmoralización de los trabajadores para ofrecerles empleo a cambio de hospedaje y manutención, sin sueldo ni paga alguna. Como un anunciante de Ciudad Real que aprovecha la ocasión para crear una oferta y hacer que se nos caiga la cara de vergüenza: “"Busco a persona necesitada que me ayude como vigilante y mantenimiento de pequeña empresa dedicada al ramo del automóvil a cambio de alojamiento y manutención. Más adelante ya hablaríamos de ayuda económica, incluso sueldo"”.

Ahora sabemos que aumentan las ofertas de empleo (por llamarlas de alguna manera) a cambio de comida y un techo, pero sin sueldo

Como alternativa educativa ante la falta de salidas laborales, nos topamos con otra noticia de agárrate y no te menees: "“Barcelona ofrece cursos de sexo por 45 euros para ser prostituta"”. Al parecer, la Asociación de Profesionales del Sexo (Aprosex) impartirá talleres que tienen un coste ridículo si lo comparamos con la gran salida laboral que posee el sector ya que, visto lo visto, en este país ya se están dando las directrices oportunas no sólo para que nos sintamos degradados, sino también para que —al fin— podamos mancillar hasta nuestros cuerpos a la hora de conseguir un trabajo.

De estos talleres se echa en falta al sector masculino, pues como todos sabemos, para que una sociedad sea plenamente equitativa, debiera formar no sólo a prostitutas, sino también a prostitutos que otorguen deleite a la parte femenina. Por lo demás, este empuje laboral no deja de ser una eficaz manera con la que podemos ver hacia dónde se dirige el grueso de la ciudadanía a la hora de procurar una soporte decente con el que pueda (sobre) vivir de manera digna: "“A mamarla"” (y discúlpenme lo peyorativo del término).

O dicho a la manera de un gallego curtido en más de mil batallas: “"Mexan por nós e hai que dicir que chove"”. Lamentable, oiga, demasiado lamentable para mi gusto.

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