Opinión

Los inicios del pintor Manuel Torres

EL MES en el que andamos se cumplen 119 años del nacimiento del insigne artista marinense Manuel Torres Martínez. Y el pasado 10 de mayo, se cumplía el veinticinco aniversario de su fallecimiento, una efeméride que la Concellería de Cultura del Concello de Marín habría aprovechado muy bien para dedicarle, como se tenía previsto, la programación Año Torres, y que dadas las circunstancias derivadas de la pandemia Covid-19 hubo hubo de suspenderse hasta nueva fecha.

Mucho se ha escrito sobre Manuel Torres. Quien esto suscribe ya lo ha hecho en alguna otra ocasión. De nuevo, aprovechando tales efemérides, vuelvo sobre su biografía en su principal faceta de pintor tomando como fuente de datos, por una parte, al libro, con el que fui obsequiado hace unos años, El pintor Manuel Torres (Ed. Atlántico, 1987) de la escritora Guillermina Solar Martinez, y por otra, a referencias de hemeroteca.

Nace Manuel Torres Martinez en Marín, en la rúa Calzada, el 17 de junio de 1901. Desde muy niño asiste al colegio de las monjas de la Inmaculada de Marín, pasando después al de San Luis Gonzaga. A edad temprana despierta en él la afición al dibujo y a la pintura –"eu non sei porqué empecei a dibuxar e pintar"– atraído por las clases que recibía del profesor Carlos Castuella Caracuel. A los 15 años y como fruto de aquella enseñanza Manuel Torres da el primer paso en la introducción al arte. Pinta un pseudo-collage a plumilla que dedica a José Trasande –director del colegio donde estudia– con motivo de su santo.

"De pintura non puden estudiar nada porque non había maneira de facelo". Eran tiempos dificiles y además en aquellas épocas "menospreciabase a arte e a quen se dedicaba a isto se lle consideraba tolo". Aún así su afición a pintar se apodera cada vez más de él.

Y llega 1918, -tenía 17 años– el año de la pandemia de la gripe española, en la que nuestro evocado artista toma vacaciones forzosas –lo que hoy conocemos como confinamiento– que aprovecha para pintar con mayor intensidad. Su profesor, el citado canónigo José Trasande será quien le aliente y facilite el material necesario: caballete, lienzos, pinturas... Y ya se atreve con lo que sería su primer cuadro serio, o lo que podríamos considerar su ópera prima: pinta una copia de Los niños comiendo pasteles de Murillo, un trabajo que conservó largos años de vida. Puede decirse que así es como empezó la carrera como pintor de nuestro siempre recordado Manuel Torres Martínez, copiando estampas de cuadros de importantes pintores de aquellos tiempos en los que encontrará fuentes de estímulo y aprendizaje". Los paisajes, las gentes de su querido Marín "serán las raíces profundas de su inspiración en los años venideros". Su trayectoria le lleva a ser merecedor de una beca de la Diputación de Pontevedra para completar su formación en Madrid. Comenzaba un nuevo capitulo en su dilatada y reconocida obra futura.

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