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Sobrevivir al Marqués

FUE DECIR en los Becerros la semana pasada que Podemos era moda y zaca, venga a darme la razón los rapaces del "Sí, se puede". Incorregibles. Vetustos como los viejos partidos abren la faca por un quítame allá ese puesto de concejal en Madrid. A estos no se les puede dejar solos porque montan un gulaj bolivariano en Tomelloso, una comuna en espedregueira o un koljós en la Plaza de María Pita.

Rita Maestre, la subversiva de mirada angelical que fue a protestar a la capilla de la complutense con las domingas al aire ha decidido que no compite. Con un par. Que a ella, con Carmena de madrina ya le vale y que a las primarias concurra, dicho sea sin menoscabo de los sentimientos religiosos, María santísima.

Lo de los podemitas convertidos en una suerte de progenie de romanones es la prueba del nueve de lo aburrida que se ha vuelto la política española. Si así son los modernos, apuñalándose por puestos como los procuradores en cortes franquistas, apaga y vámonos. A Jim Lovell, el astronauta del Apolo XIII lo abordó un día una señora de cierta edad que visitaba en grupo el centro espacial de Houston: señor Lovell, verá, siempre he sentido curiosidad por una cosa, pero me da un poco de reparo preguntarla; no se preocupe, estoy aquí para guiarles y contestar a todo lo que me pregunten; la cuestión es, señor, ¡huy, que apuro!, la cuestión, señor Lovell, es, bueno… ¿cómo se las arreglan para hacer pipí ahí arriba?; Lovell la miró y muy serio contestó: pues verá, señora, técnicamente, cuando estamos en el espacio manejamos dos opciones (la señora atendía boquiabierta, por fin iba a desentrañar el misterio); la primera es -continuó Lovell- bajar la ventanilla y sacar el canario, ya sabe; la segunda, que utilizamos con menos frecuencia, es esperar hasta la gasolinera siguiente, así que cuando repostamos aprovechamos. Aaah, dijo la señora convencidísima. Y continuó la visita.

A mí me parece que a la política nacional, incluso a la pontevedresa se le plantea el mismo dilema que a Lovell: Sacar el canario o esperar a repostar. Orinar sus contradicciones y sus errores o esperar a la próxima gasolinera. Quiero decir que a Tere Casal maldita la falta que le hacía volver al coliseo del sofisma a leñarse con sus adversarios cuando se había ido con muchísima dignidad y justo reconocimiento público. Y que a Luis Rei -con "i" latina de centolo- a lo mejor le interpretan el gesto como falta de confianza en sus posibilidades. Y entonces vendrá Lores a robarles la cartera a todos. Veo a Miguel Anxo en el palco presidencial del Pazo de Congresos diciéndole a Anabel "ídeme votando uns deses das Mareas ou do PP aos leóns; Rei ou Domínguez, tanto me ten. A ver si me divirto un pouco mirando como os papan. Estou canso de gañar eleccións".

Domínguez no va a superar a Moreira, que por cierto, hizo una extraordinaria labor. La prueba del nueve de una buena oposición es el grado de cabreo que consigue en el fiscalizado. Y Moreira puso a Lores muchas veces al borde del Tranquimazín. Domínguez, adornado por un voluntarismo encomiable pero sideralmente alejado de la realidad, es la solución del suplente prometedor ante la ausencia larga del titular, esa estampida de los militantes próceres que rehúyen jugarse el tipo ante o fillo de Pepe do Carballal, o sea Lores. Siento simpatía por Rafa y valoro su valentía, ese paso adelante hacia el vacío, pero no he vuelto al diario para adular a nadie. Rafa representa a una respetabilísima protofamilia pontevedresa, y eso, que no es sí mismo malo, lo desconecta de la base electoral. Rei, lo siento, continuará aprobándole el Presupuesto a Lores.

Qué decir de la política nacional. después de cortar como lo haría una encoñada pareja de adolescentes Profident Casado y doctor Sánchez se han reconciliado cambiando los cromos del consejo del Poder Judicial: "Pablito, te cambio a Marchena que lo tengo repe". Aburridísima película de serie B con guion predecible, actores aficionados y director aquejado de encefalitis bovina. El hastío sumo.

Antes no votábamos pero nos reíamos mucho. Con el Marqués de Villaverde, por ejemplo, el yerno de Franco. Importó una vez unas Vespas de Italia para forrarse en pingüe negocio y merced a sus relaciones evitó pagar impuestos. En adelante fue conocido como el "el Vespa": Villaverde Evita Siempre Pagar Aduanas. Y no quedó ahí su cachondo protagonismo. En la transición, unos jóvenes comunistas toparon por una zona de Madrid con un hijo del Marqués. Le dieron una tunda de cojones. El chaval llegó a casa tumefacto y a su padre, nada menos que Jefe del Servicio de Cirugía Torácica de la Paz, no se le ocurrió nada mejor que decirle "pero hijo mío… qué te han hecho… ¡búscate inmediatamente un médico!".

Sin embargo, esta poca fe en sus cualidades profesionales se transformó cuando, obsesionado con los trasplantes de corazón del doctor Barnard, se dijo a sí mismo que el yerno del régimen no podía pasar sin su particular trasplante. Juan Rodríguez Grillé, un fontanero de Padrón fue, pobriño, el convencido para someterse a la intervención. No se precisaron extraordinarios esfuerzos para seducir al coitadiño porque, como los joyeros a Carmen Polo, a ver quién carallo le decía que no al yerno de Franco. Villaverde intervino y el paciente figura en los anales de la medicina como el trasplantado más efímero, apenas veintisiete escuetas horas de vida. La viuda topó en la chaqueta del finado una especie de testamento ológrafo escrito sobre un papel. Dejaba repartidos sus bienes antes de la operación porque aunque tenía dudas ante el trasplante estaba seguro de no sobrevivir al doctor Villaverde. Villaverde ya no aparece en la tele. Ahora sale Echenique.

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