Opinión

Los ángeles caídos de Skid Row

EN OCASIONES, los gritos, llantos, sollozos y lamentos de la marginalidad son tan fuertes que traspasan el espacio, el tiempo, recorren miles de kilómetros por tierra, cruzan el océano y llegan en forma de susurro a tu inconsciente clamando ayuda. Algo parecido debió ocurrirme el otro día cuando por azar decidí ver la película Detroit y al día siguiente comencé también por casualidad a leer una serie de noticias relacionadas con la ciudad de Los Ángeles y el barrio de Skid Row. Y usted se preguntará: ¿que tienen en común una película llamada Detroit con la ciudad de Los Ángeles y el barrio de Skid Row?. Pues ahí voy. La película Detroit (del francés antiguo: Citat d’Étroit, que significa: Ciudad del Estrecho), nos habla del éxodo de cientos de miles de afroamericanos desde el sur hacia las fábricas de la ciudad de Detroit durante los años sesenta para trabajar en los sectores del metal y el acero vinculados a la industria de la automoción. Estas fábricas pertenecían mayoritariamente a la población blanca quienes posteriormente abandonan la ciudad dejando las instalaciones y su producción paradas. Sin funcionamiento. Cientos de miles de familias pierden su empleo y se agrupan en los barrios marginales de la ciudad. En un contexto de conflicto racial se producen graves disturbios y una revuelta social provoca la intervención de la guardia nacional y toda la policía de Detroit. Se producen altercados, saqueos, manifestaciones, incendios, confrontaciones urbanas violentas y la ciudad queda reducida a un escenario de guerra con miles de detenidos y cientos de muertos.

Durante una de esas noches de disturbios del mes de julio de 1967, en el Motel Algiers, un grupo de jóvenes afroamericanos y dos chicas blancas sufrieron torturas y abusos por parte de varios policías abiertamente racistas, empeñados en que dentro de ese hotel se escondía un francotirador. Tres de los inquilinos fueron asesinados por la policía. Hablamos de finales de los años sesenta en América y un jurado popular de mayoría blanca consideró inocentes a los policías implicados dejando impunes los delitos cometidos. Entre las víctimas se encontraban los integrantes del grupo de rhythm and blues y soul, The Dramatics. Ahora regresemos al año 2018 y a las noticias que hoy en día se suceden en la ciudad de Los Ángeles, concretamente en el barrio de Skid Row. En Los Ángeles hay un total de 58.000 personas sin techo ni hogar donde vivir y la mayoría de ellas sobrevive en el barrio de Skid Row. Una larga avenida donde miles de mujeres, niños, ancianos, jóvenes y personas con problemas de drogas y alcoholismo se hacinan en lo que muchos consideran ya, la Calcuta de EE UU. Viven en tiendas de campaña en las aceras, cuyo estacionamiento está permitido por la policía local desde las 21:00 de la noche a las 6:00 de la madrugada, hora que deben desalojar. La zona es un averno donde conviven la prostitución, la delincuencia, el tráfico de drogas y la miseria.

El único servicio que tiene esta gente es la Midnight Missión, un albergue fundado en 1914 que ofrece diariamente tres comidas al día e higiene personal, además de contar con un programa de reinserción social a través del abandono de las drogas y el alcohol mediante un sistema de pisos de protección con un itinerario para el empleo. No hay mucha diferencia entre aquellos años setenta, donde se produjo el abandono de las fábricas industriales que provocaron la expulsión masiva hacia el desempleo y la marginalidad de la población afroamericana de Detroit a la actual ciudad de Los Ángeles y el barrio de Skid Row en el presente. 40 millones de estadounidenses viven en la pobreza y de ellos 18,5 millones en extrema pobreza. El sueño americano se ha transformado en espejismo y gracias a la reforma fiscal de Trump se convertirá en pesadilla porque gran parte de esos impuestos que ahora quiere suprimir se estaban destinando precisamente a este tipo de programas de ayuda. La pregunta es: ¿Cuánto tardará en estallar nuevamente la revuelta?. El umbral que separa la dignidad humana de la pobreza extrema es una línea muy fina. Un día sales de la oficina con la carta de despido porque tu empresa ha decidido trasladarse a Camboya. Se te acaba la prestación por desempleo, se te acaban los ahorros, no puedes pagar la hipoteca y de repente te conviertes en un vecino más de Skid Row. Esa noche tiritando de frío se te congela el corazón en la calle mientras te tapas con unos cartones y piensas porque me ha sucedido esto a mí. Alguien te saca una foto para un reportaje, tu cara sale publicada en la prensa de otro país y quien observa tu rostro escribe estas líneas en forma de artículo para decirte: Hermano, no estás solo.

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