Opinión

Qué es el Socialismo

El pensamiento liberal capitalista ve el mundo como una jungla donde solo sobrevive el más fuerte
PARA LOS anarquistas económicos, los mercantilistas, los capitalistas o para el liberalismo económico conservador, diferentes términos para referirse al mismo pensamiento, las leyes del estado no deben regir las actividades económicas. Únicamente la propia dinámica de la oferta y la demanda en libre competencia supone la fórmula más eficaz para el desarrollo. Este pensamiento deviene del Darwinismo y la teoría de la selección natural, aquella por la cual solamente los individuos que son más aptos tienen mayor potencial de supervivencia. Aplicado a la economía, quiere decir que solo las personas más preparadas y que hayan aprovechado mejor sus oportunidades pueden triunfar, solamente las empresas más competitivas prevalecen y únicamente los gobiernos más fuertes económicamente y militarmente se imponen al resto del mundo. Por lo tanto, el estado no debe subvencionar a personas que no han sabido aprovechar sus oportunidades, no debe ayudar a empresas que no han sabido ser competitivas ni a países o pueblos cuyo nivel de desarrollo cultural, económico o educativo es inferior. Esta teoría es irrefutable desde el punto de vista matemático o presupuestario. El pensamiento liberal capitalista ve el mundo como una jungla donde solo sobrevive el más fuerte. Toda ayuda al más débil es derrochar el dinero porque para ellos, la pobreza, es la justa recompensa que la ineficiencia merece. Pero ocurre que no vivimos en la jungla, sino que vivimos en una civilización con ética, moral y valores solidarios llamada humanidad. Esta humanidad, para superar el estado de anarquía y naturaleza inventó las leyes para garantizar la libertad, la convivencia y la protección a los más desfavorecido del sistema porque no todos contamos con las mismas oportunidades y no podemos entender el mercado como un casino de apuestas de ganadores y perdedores o comprender la sociedad únicamente en términos de eficiencia presupuestaria. El socialismo nace del pensamiento solidario y se fundamenta en el impuesto como contribución colectiva al bienestar común. Ese impuesto debe estar asignado a garantizar, no que todos seamos iguales, porque no lo somos, sino que todos tengamos las mismas oportunidades educativas, sanitarias y por supuesto, el acceso a una vivienda. Porque la vivienda, como la educación o la sanidad, no son un negocio, sino un derecho. ¿Y que es un derecho? Pues el concepto de derecho se inspira y fundamenta en la justicia y constituye el orden normativo e institucional que regula la conducta humana en sociedad. La base del derecho son las relaciones sociales. Dicho de otra forma, el derecho es un conjunto de normas que permiten resolver los conflictos en el seno de una sociedad, como por ejemplo, la pobreza, el desigual reparto de los recursos, la falta de acceso a electricidad, agua, vivienda, alimentación básica o un lugar donde dormir. Y aunque sea ineficiente económicamente, es una cuestión de ética y moral humana contribuir y defender estos derechos sociales que constituyen el cuerpo jurídico del estado social y la justicia social, leyes amparadas en la constitución española y en la carta de derechos humanos de las Naciones Unidas. De estas fuentes bebe el socialismo, este es su fundamento y por estas razones tenemos un nuevo gobierno, el primero gobierno de coalición de la historia de España que deberá realizar como Roosevelt durante los años treinta en USA tras el crack del 1929, un gran trabajo para levantar a las clases populares, los vecinos de los barrios, los jóvenes, los mayores, de la precariedad producida por la quiebra del capitalismo liberal financiero del 2008 a través de un nuevo trato, un new deal con la sociedad española, para impulsar la justicia, la economía y poner en marcha a este país. No confundamos el liberalismo político originario de la revolución francesa y la ilustración donde se reclamaba libertad política para el pueblo frente al absolutismo monárquico con el término acuñado por el capitalismo para rebautizarse como liberalismo económico darwinista y anarquista. Y nadie traiciona a ninguna patria por promover una consulta democrática. Quien traiciona a la patria, a sus vecinos, familiares y amigos son aquellos que anteponen sus intereses económicos o empresariales a los derechos sociales colectivos, sean funcionarios públicos o empresarios. Si la ley regula las relaciones humanas la ley debe regular sus relaciones económicas porque la economía está dentro de las relaciones humanas. Regularla para garantizar que esas relaciones estén basadas en la libertad, pero también en la justicia. Esto es Socialismo.

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