Opinión

El valor de la amistad

Quien abandona la amistad es el que nunca la tuvo, pues el aquí y ahora son circunstancias de lugar y tiempo que no afectan a una verdadera amistad

"VIVIR SIN amigos no es vivir", dijo Cicerón, o vivir sin amigos es como vivir en el desierto o como un libro que nadie lee. Esas ideas nos confirman la importancia de la amistad, como virtud personal y como valor social.

La amistad es pensar primero en la otra persona, sabiendo que, como dijo Albert Camus, "un verdadero amigo es aquel que llega cuando todos se han ido", pues no hay que olvidar que en las prosperidades nuestros amigos nos conocen y en las adversidades nosotros conocemos a nuestros amigos.

Por eso, para Sócrates, "el amigo es como el dinero, que antes de necesitarlo es necesario saber su valor".

La amistad debe conservarse impidiendo todo obstáculo que la contradiga, pues, como es sabido, según un antiguo proverbio, no debes dejar crecer la hierba en el camino de la amistad.

El mayor sentimiento de amistad lo refleja mejor que nadie la Elegía de Miguel Hernández a su amigo Ramón Sijé, muerto a los 22 años y del que se despide con una frase llena de sentimiento, comprensión y valor cuando le llama "compañero del alma, compañero".

Piénsese que el mayor deseo de los creyentes es, precisamente, morir en la amistad del Señor. Esto nos demuestra que la amistad es un valor incomparable con cualquier otra virtud.

Para Aristóteles, "la amistad es un alma que habita en dos cuerpos y un corazón que habita en dos almas". Por esto, tiene razón Confucio cuando afirma que "el silencio es el único amigo que jamás traiciona".

Fue el propio Aristóteles el que habiendo sido discípulo de Platón, al que le tenía gran afecto, reconoció: "Soy amigo de Platón pero más amigo de la verdad".

La gran virtud de la amistad consiste en que los amigos se eligen, de tal manera que el ejemplo de Caín y Abel nos demuestra que el espíritu cainita se puede dar entre hermanos pero no entre amigos.

La amistad solo se da entre dos almas gemelas o dos corazones que laten al mismo ritmo. Es una corriente de afecto, simpatía y comprensión que tiene que darse de una manera recíproca, pues, de lo contrario, sin armonía la amistad no existe o no es duradera.

En resumen, quien abandona la amistad es el que nunca la tuvo, pues el aquí y ahora son circunstancias de lugar y tiempo que no afectan a una verdadera amistad. La amistad debe ser como una roca inconmovible que haga inútil cualquier empeño por disminuirla o anularla.

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