Opinión

España es un culebrón

Pretendo en este morriña.com demostrar con ejemplos y pareceres que España es un culebrón. Lo es por muchas razones, pero sobre todo porque vivimos en una sociedad muy favorable a las telenovelas por capítulos en las que se entremezclan personajes e historias como una enredadera de sentimientos y reacciones desencadenadas a favor y en contra, incluso con el despecho o desprecio de la indiferencia por respuesta. Nos van el cotilleo, el linchamiento, el elogio partidista o la crítica detractora, el melodrama o las turbulencias. Nos va la vida, como dice la canción, pero también nos van la tragedia, la muerte, la desgracia del prójimo o la insoportable levedad del ser, que es una frase muy socorrida y apropiada que sirve para todo porque nunca se sabe muy bien el alcance de su significado.

El culebrón por excelencia desde el 23-J es, sin duda, la ingobernabilidad política española y esos episodios de esquizofrenia sobrevenidos por la amnistía y el referéndum de autodeterminación. Este culebrón se le está yendo de las manos al director de la ficción, Pedro Sánchez, y amenaza la propia salud mental de la democracia constitucional española como demostró la Diada, favorecida por la necesidad del Sánchestein pero fracasada en seguimiento por su desmedido delirio político.

El culebrón del beso de Jenni Hermoso y Rubiales promete no ser para todos los públicos y amenaza con momentos judiciales dramáticos para el bravo besucón. Se constata la construcción de un guion con el que tapar lo del Frankenstein II y ensalzar la militancia electoralista del feminismo moderno. Dimitido el culpable, seguramente linchado públicamente por su cuestionada gestión anterior, no se acabó la rabia pues el culebrón seguirá siendo utilizado a la oportunista conveniencia del sanchismo podemita.

Sabemos que al culebrón que no le falta ningún ingrediente es al de Daniel Sancho, porque el crimen, el sexo, el amor/desamor, el chantaje y el sufrimiento familiar garantizan el interés de la ciudadanía que, mientras esté anestesiada con ello, no será consciente de la verdadera trascendencia de la refundación de un nuevo régimen político por la puerta de atrás. La saga familiar de Sancho Gracia y Rodolfo Sancho otorgan al culebrón una atención mediática que sobrepasa las propias expectativas del reality. 

España es un culebrón irremediable, asentado en los pilares del suspense y del misterio. Y hay más ejemplos: el género negro del Pegasus y los móviles de Sánchez y Robles, la entrega de la soberanía del Sáhara al Marruecos enterrado bajo el terremoto y el olvido del derecho internacional o la sospechosa entrada del régimen no democrático saudí en el capital de Telefónica, joya de la corona. A todo eso debemos sumar el acoso premeditado y permanente a la Monarquía española sustentado en los deslices del emérito para mantener a raya al hijo y generar una ilusión republicana que empieza por Cataluña con el objetivo de extenderla a una España partida si prosperan las concesiones al independentismo. España, me reafirmo, es un culebrón y nos lo queríamos perder. Próximo capítulo: la investidura, primera y segunda parte.

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