Opinión

Gobierno de progreso en Galicia

LA SEMANA pasada, el profesor González Laxe publicaba el artículo 35 años de mi toma de posesión en el que contaba sus sensaciones y sentimientos cuando accedió a la presidencia de la Xunta y, con la sencillez que le caracteriza, casi pedía perdón por enumerar algunos logros alcanzados en los dos años de mandato.

El artículo es tan denso que en unos 4.000 caracteres contiene un tratado de cómo se debe hacer política. "Entendí –escribe– que ser presidente conllevaba la búsqueda de acuerdo, de compromiso político y generosidad, de defensa de tus ideas y saber explicarlas, de aunar esfuerzos diferentes... para emprender apuestas de futuro, para escuchar y respaldar aquellas inquietudes que afloraban en la sociedad...".

Un político de los de antes. Cuando ejercía como tal, era una persona sencilla y discreta que apreciaba más el segundo plano que la primera fila. Con una cabeza muy bien amueblada, tenía las ideas claras, huía de cualquier confrontación y aparecía como un político normal, alejado de las ambiciones y protagonismos que caracterizan a muchos políticos. Su perfil personal no cambió desde entonces.

Fue un luchador por las libertades, pero no es de los que miran por el retrovisor sino que proyecta su mirada al futuro que contempla con optimismo porque cree en las potencialidades de su tierra y desde distintas responsabilidades luchó para llevarla a la modernidad y al progreso, que es la mejor forma de combatir tantos abandonos seculares, silencios cómplices y promesas incumplidas con este país.

Han pasado 35 años y lo cierto es que son muchos los gallegos que o no recuerdan o no valoran en su justa medida aquel primer gobierno de progreso. Integrado por tres partidos que gobernaron en coalición armónica en la Galicia de los ochenta, cometió algunos errores, pero suyas son, entre otras realizaciones, la creación del Sergas, las universidades de A Coruña y Vigo, la Escuela de Administración Pública y un plan de actuaciones en infraestructuras y equipamientos repartidos por toda Galicia.

Fernando González Laxe fue candidato en la siguiente legislatura y, sin apoyos de Ferraz, batió el récord no superado de escaños obtenidos por su partido, que no fueron suficientes para renovar el mandato y en el año 2000 dejó la política activa para retornar a la Universidad de A Coruña.

El Partido Socialista perdió a uno de sus mejores activos, pero Galicia ganó a un docente que aporta sus conocimientos e investigaciones para su crecimiento y desarrollo. Siempre desde la discreción y la humildad, que son valores que le caracterizan.

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