CONFIESA JOSÉ Mota que abraza el humor como si fuera la tabla de salvación de sus problemas. "El humor acabó convertido en el burladero donde refugiarme de las embestidas de la realidad".
Tiene razón. Ante una realidad inundada de política mediocre y rastrera lo más sensato es situarse a distancia de los acontecimientos y apelar al humor que siempre dulcifica la vida diaria y hace más llevaderas las preocupaciones. Es como una bendición en tiempos de crispación y de cólera.
En clave de humor comenté hace un tiempo una parodia que contaba la "reunión en la cumbre" de un vasco, que en ese relato era el anfitrión, y un catalán, reunidos para hablar de asuntos de interés mutuo. Como buenos nacionalistas, cada uno hablaba en su lengua vernácula y cuando llevaban minutos sin entenderse el catalán dijo a su anfitrión: "Escolta, Patxi, que digo yo, ¿por qué no hablamos en español que nos entenderemos bien?" y su colega vasco le contestó a la bilbaína: "¡Ahí va, lahostia Jordi!, pues va a ser que sí".
"Va a ser que sí", que el delincuente prófugo Puigdemont y el orondo Ortuzar se entendieron en castellano, como nos entendemos todos los españoles y los 577 millones de hablantes de nuestra lengua común. Y en castellano se felicitaron el forajido de Waterloo y el presidente del PNV, henchidos de satisfacción, porque de ellos depende la España que quieren destruir y presumen de tener como rehén al presidente en funciones, que aspira a la reelección.
El futuro de España —nuestro futuro— en manos del puñado de votos de estos dos partidos de la derecha rancia y supremacista que, con ERC y Bildu, defienden la desigualdad, que haya españoles de primera —ellos y sus autonomías— y de segunda, todos los demás. Escribió un internauta: "Luchamos 40 años contra la dictadura franquista ¡para terminar en manos del sectarismo xenófobo de nacionalistas e independentistas vascos y catalanes!
Una nota a pie de página: el comunicado del PNV trata a Puigdemont de "presidente en el exilio". Pues va a ser que no, que no tragamos su discurso oficial. La democracia puede con su corrupción del caso De Miguel y sus "cambios de cama" acostándose con el mejor postor, pero en la democracia española no hay exiliados políticos. Tampoco lo son sus socios de Junts, herederos de la corrupta Convergencia. Hubo políticos delincuentes presos e indultados y en Bélgica están ahora los fugados de la Justicia.
Vuelvo al principio. Para no hacerse mala sangre, mejor apelar al humor y seguir la máxima de Confucio: "No te ocupes de asuntos que no son responsabilidad de tu cargo".