Opinión

La gran ofensiva

EL DEMOCRACY INDEX 2018 de la revista The Economist mantiene a España como democracia plena en el puesto 19 entre 165 países, obtiene un 8,08 sobre 10. Con sobresaliente en proceso electoral, pluralismo político y libertades civiles, y notable alto en otros parámetros evaluados, España supera en calidad democrática a países como Francia, Bélgica, Italia y Portugal y es el quinto mejor país del G-20, solo por detrás de Canadá, Australia, Alemania y Reino Unido.

No está mal, la clasificación de The Economist es reconfortante, indica cómo nos ven desde el exterior, pero no representa sorpresa alguna para la mayoría de los españoles que saben que viven en un Estado de Derecho, en un país constitucional en el que votan en libertad, se expresan libremente y confían en las instituciones del Estado.

A medida que avance el juicio de los presuntos golpistas que se abrió en el Supremo, los secesionistas retomarán la gran ofensiva

Que esta publicación, que goza de predicamento mediático, vuelva a incluir a España entre las democracias plenas debería servir, primero para a aumentar nuestra autoestima, pero también para desmontar los falsos relatos e infundios vertidos contra el modelo democrático español por populistas y para acabar con las campañas de desprestigio del secesionismo catalán que lidera el prófugo Puigdemont desde Bélgica.

Pero no se hagan ilusiones. A medida que avance el juicio de los presuntos golpistas que se abrió este martes en el Supremo, los secesionistas retomarán la gran ofensiva -con epicentro verbal en Waterloo y revueltas en la calle- para desacreditar la democracia española y deslegitimar la justicia. De hecho, desde la órbita del independentismo ya se enviaron cartas a líderes europeos sembrando dudas sobre las garantías del proceso judicial sin que hubiera reacciones de mandatarios dando por hecho que el juicio será justo.

Ocurre que Europa valora poco y aprecia menos la democracia española, que Bernard-Henri Lével califica de "un modelo singular que España construyó desde la oscuridad del fascismo" y comprende la indignación de los españoles con la Unión Europea que es "bastante injusta con España" por dar la bienvenida a Puigdemont en su huida y por la provocación que representa su estancia en Bélgica.

Lévy se queda corto, Europa es muy injusta con España. Los españoles no entienden que un personaje que quebrantó la Constitución y las leyes encuentre refugio y altavoces en Bélgica para desacreditar la democracia plena que The Economist reconoce a España, país de contrastada lealtad al europeísmo. No se entiende y crea desafección a Europa.

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