En estos días de septiembre son muchos los ciudadanos preocupados y tristes por la crisis sistémica —política e institucional— que amenaza con liquidar el Estado de Derecho y la democracia que arranca en la Transición.
En mayo de 2018, el historiador Santos Juliá recogía el Premio Francisco Umbral 2017 y dejaba este mensaje a los españoles: "Cuiden la Transición. Por muy diferentes ideas que defiendan pertenecemos todos a la España actual, una democracia consolidada que alcanzó en los últimos 40 años el mayor nivel de progreso, bienestar y libertades". Después de la dictadura, dice el escritor Enrique Krauce, "España construyó un Estado de Derecho, una cultura cívica, una modernidad económica y conquistó amplias libertades sociales".
Bueno, pues los nacionalistas independentistas y los comunistas de la nueva política, que tienen un puñado de diputados, van a acabar con esos años de estabilidad y progreso desmantelando la España de la Transición y el Estado de Derecho que nos dimos en el 78. Lo grave es que en esta liquidación de España el presidente del Gobierno, en estado de necesidad de votos, cede a su chantaje y está negociando la amnistía que borra los delitos cometidos en Cataluña y es una afrenta a la Justicia del Estado de Derecho y a la democracia.
Es especialmente grave que Sánchez se rinda ante Puigdemont y blanquee al delincuente que dio un golpe de estado, huyó de la justicia, chuleó a los españoles y sigue humillando a España. Los biquiños de la vicepresidenta al prófugo avergüenzan a los españoles de bien. Alfonso Guerra califica de "infamia" esa visita y se rebela contra la amnistía, que para el historiador Juan Pablo Fusi, "provoca un deterioro de la democracia y liquida el Régimen del 78".
"Uno no puede aspirar a representar a España con actitudes que nos abochornan", decía el señor Sánchez sobre Rubiales. ¿Quién deteriora más la imagen de España, el expresidente del fútbol o el presidente del Gobierno que se vende a los partidos que quieren destruir a la propia España? Ahora puede añadir a su Manual de Resistencia el capítulo Cómo irritar a los españoles y asombrar a los líderes europeos y a los demócratas del mundo.
Dice el pedagogo José A. Marina que busca "la vacuna contra la estupidez, un virus que altera nuestras capacidades mentales y nos lleva a cometer disparates". A ver si llega a tiempo para que los miembros del Gobierno y el partido que lo sustenta recobren la sensatez democrática.
Pero no se hagan ilusiones. La ley de Murphy es implacable y lo que ahora vivimos aún puede empeorar.