Opinión

Una caja que nos representa

AUNQUE POR veces parezca imposible, hay otros temas de actualidad que pueden merecer nuestra atención además del coronavirus. En estos últimos días, por ejemplo, ha vuelto a saltar a la palestra el affaire de las cajas de ahorro gallegas, tras la solicitud para activar en el Parlamento, por tercera vez, la comisión de investigación constituida inicialmente en 2013 con el objeto de analizar las responsabilidades que pudieran derivarse del proceso de fusión y posterior desaparición de las cajas de ahorro gallegas, así como la percepción de las multimillonarias indemnizaciones que se llevaron sus antiguos directivos.

La noticia, a mí, que siempre he sido muy de cajas, me ha devuelto a la memoria aquella sensación de cierta orfandad que sentí cuando en Galicia nos quedamos sin cajas. Añoré entonces, y sigo añorando ahora, la cercanía en el trato, la sensibilidad, la complicidad y el apoyo que como emprendedor encontré en nuestras históricas cajas de ahorro. Valores todos ellos hoy completamente aniquilados por la frialdad que impera en los bancos. Tanto en las operaciones virtuales como en las presenciales.

Es por contraposición a esa sensación que me ha embargado desde hace años por lo que hoy quiero resaltar el hecho de haberme topado con una entidad financiera que mantiene, de alguna manera, aquel espíritu de antaño de nuestras cajas de ahorros. Porque en Galicia sí que tenemos una caja. Estoy hablando de Caixa Rural Galega. Una caja que ha trabajado desde la discreción pero con una tremenda eficacia. Una caja que se ha mantenido profundamente apegada y comprometida con la sociedad gallega, con su tejido mercantil y especialmente con su sector primario.

He descubierto una caja que no juega al gato y al ratón, que se pone de tu lado con todas las cartas boca arriba y sin sorpresas a posteriori. Y creo que eso es bueno decirlo. Porque siempre que hablamos del sector financiero suele ser para destacar precisamente lo contrario: su falta de empatía, su carencia de escrúpulos y el nunca colocarse en el lugar del otro, de quien hasta allí se acerca a la búsqueda de soluciones en momentos que, precisamente, no suelen ser los mejores.

De ahí mi sorpresa, primero, y mi satisfacción, después, por el trato recibido y los productos y servicios ofrecidos desde Caixa Rural Galega. Una entidad que nació en 1966, orientada a facilitar crédito a proyectos agrarios y ganaderos, y que hoy, manteniendo sus señas identitarias ("la estabilidad, la prudencia, la solvencia y el compromiso con Galicia", según ellos mismos reconocen), ha extendido su negocio al conjunto de la comunidad.

No solo es de agradecer el tener en Galicia una caja así. Que nos represente y nos entienda. Es que es absolutamente necesario. Y hoy más que nunca.

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