Opinión

La crisis deberíamos pagarla entre todos

Bien que me gustaría, y seguramente usted que me está leyendo lo agradecería, hablar de una cuestión que fuese diferente a la que ocupa la práctica totalidad de los contenidos informativos durante estos días. Pero la situación que vivimos es de tal calibre que lo eclipsa absolutamente todo. Hasta un punto que ya nos sobrepasa. 

No incidiré en cuestiones que, no por ya conocidas, dejan de resultar menos preocupantes, como el que en España tengamos el mayor índice de muertos por habitante del planeta o el mayor número de sanitarios contagiados. O que ayer se retomase parte de la actividad de construcción e industrial sin disponer de las medidas de protección ni de los test que puedan garantizar que no existe un riesgo real de repunte de casos. 

De entre las muchas voces que cada jornada emiten su opinión sobre los más variopintos aspectos de esta crisis, escuché hace unos días una que alabo por su sensatez. Venía, mira tú por dónde, del alcalde de Vigo, el socialista Abel Caballero. Y venía a decir que el coste de esta crisis hay que repartirlo entre todos. 

En esta ocasión no puedo estar más de acuerdo con el señor Caballero. El problema es que tengo la sensación de que su partido, que es el que nos gobierna, o no comparte o no pone en práctica su postulado. 

Basta para corroborarlo con comparar las medidas que se están tomando en España con las que han puesto en práctica en países de nuestro entorno, como Francia, Italia o Portugal. En esos países se ha optado por suspender (no aplazar ni demorar) el pago de cuotas y recibos de servicios esenciales para aquellas empresas o autónomos que se hayan visto obligados a cesar su actividad, se han decretado exenciones fiscales, moratorias bancarias para empresas, se han habilitado ayudas directas e inLa crisis deberíamos pagarla entre todos cluso se ha proclamado un aprobado general para los alumnos imposibilitados de acceder a las aulas. 

Pero en España no. ¿Y cuál es la conclusión que saco de ello? Que en España no nos queremos lo suficiente los unos a los otros. Una vez más nuestro país vuelve a ir por detrás de los que no rodean. Entre otras cosas, porque en ellos sí existe un amor propio común, una voluntad de beneficiar al conjunto, un empujar todos en la misma dirección. En España no. Aquí somos incluso capaces de sacrificar parte de nuestro beneficio con tal de que el vecino no saque un beneficio mayor. Y así nos va. 

Está claro que la crisis del coronavirus nos ha cogido a todos, aunque a unos más que a otros, con el pie cambiado, que nadie tiene la solución ideal ni el remedio perfecto. Pero creo que a todos –y cuando hablo de todos me refiero al conjunto de la sociedad española- nos iría un poco mejor si, como decía Abel Caballero, repartiésemos el coste de la crisis entre todos. Y no que la vayan a pagar los de siempre. Y si tienen que sacrificarse las grandes corporaciones, la banca o quienes tienen su salario garantizado pase lo que pase, pues que se sacrifiquen. Y que arrimen el hombro. Si ha habido a lo largo de nuestra reciente historia una ocasión en la que ha habido que hacerlo, es ahora. Demuéstrenlo.

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