Opinión

Cuestión de legitimidad

ES PROBABLE que cuando usted esté leyendo estas líneas ya contemos con un nuevo presidente del Gobierno de España. O que estemos a punto de tenerlo. He de reconocer que mis obligaciones profesionales durante estos días no me han permitido –o quizá debería decir que me han liberado– estar demasiado pendiente de lo que acontecía en los debates de investidura. Aún así, por supuesto, he estado al corriente de lo que iba sucediendo y me iba quedando con pinceladas de lo dicho por unos y por otros.

Una de las cosas que me llamó mucho la atención es que el candidato Pedro Sánchez apelase en varias ocasiones a que la Cámara no es sino el reflejo de la sociedad española. No seré yo quien le discuta la mayor. Es evidente, nos guste más o nos guste menos o consideremos más o menos justo el modo de su elección, que todos los representantes han sido elegidos por la ciudadanía española y gozan de legitimidad. Quien no tengo yo tan claro que goce de la misma legitimidad, cuando menos desde el ámbito de la ética y la moral, es el propio Pedro Sánchez. La razón es muy sencilla. Y es que el candidato del PSOE prometió unas cosas en campaña y está haciendo otras bien diferentes.

He ahí la perversión que en cierto modo lo deslegitima. Porque sí, la configuración del Parlamento es la que quisieron los españoles. Pero la que quisieron en función de un determinado programa y de una serie de compromisos. Si esos compromisos, como el de no negociar con partidos independentistas, Podemos y su apoyo al derecho a decidir, incumplen ya incluso antes de empezar a gobernar, se están cambiando las reglas del juego.

¿O acaso creen ustedes que los votantes que el pasado 10-N votaron al PSOE serían los mismos en el caso de que Pedro Sánchez hubiese anunciado su voluntad de pactar con formaciones independentistas y Podemos?Estoy seguro de que no. Estoy convencido que una parte muy significativa del electorado socialista de corte más moderado se habría decantado por otras opciones. Pero ahora ya es tarde.

Desde luego que no es la primera vez que un político dice o promete algo que después no cumple. Pero en la historia de la reciente democracia española sí es la primera vez que alguien lo hace incluso antes de tomar posesión. Vergonzoso mérito por el que, sin duda, será recordado Pedro Sánchez.

Y ante una situación así, quién más, quién menos ha aprovechado para sacar tajada. ¿Qué hay de lo mío presidente? Tengo la sensación de que los gallegos, una vez más, nos hemos quedado un poco con cara de tontos. Leo el acuerdo al que llegaron BNG y PSOE y no veo más que vagas intenciones, palabrería barata y ensoñaciones varias. Pero medidas concretas y tangibles que nos vayan a ayudar a ser más eficaces y competitivos, ninguna.

Lo lamento pero tengo la sensación de que el BNG ha desaprovechado una oportunidad histórica. Que su voto, ya que se convirtió en imprescindible, debería haberlo vendido más caro. No pido más que lo que consiguieron catalanes o vascos pero sí lo mismo. Sin embargo, tengo la impresión de que una vez más no hemos conformado con las migajas.

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