Y es cierto. La presencia de basura es una constante en las calles así como en las cunetas de nuestros caminos y carreteras, principalmente en las secundarias. De lo cual me avergüenzo hasta el punto de que cada fin de semana cojo una bolsa y me dedico a recorrer las más cercanas a nuestro enoturismo recogiendo decenas de latas, envases, cartones, plásticos y un sinfín de deshechos. Este viene siendo mi deporte cada fin de semana.
Soy consciente de que las competencias de los concellos son limitadas. Pero sean cuales sean para poder limpiar seguro que llegan. Tener nuestros pueblos limpios no es una cuestión de dinero, o por lo menos son sólo de dinero, sino de voluntad y concienciación. Una concienciación que, por supuesto, ha de empezar en nosotros, los vecinos y que debe continuar por quienes nos visitan. Pero a lo que no son para nada ajenos quienes nos gobiernan. Son ellos a quienes les compete mantener nuestros municipios en perfecto estado de revista. Como yo trato de mantener mis negocios.De nada me vale que mis clientes me digan que están en un oasis. No quiero ser un oasis. Quiero y así lo he defendido en múltiples ocasiones que todo mi entorno mantenga un aceptable nivel de excelencia. A eso aspiro. Pero lo que no tiene que ser una aspiración sino que tiene que ser una realidad es que por lo menos esté limpio. Podemos ser pequeños, humildes y modestos pero limpios.Quienes nos visitan buscan gastronomía, relax y enología pero también buscan un entorno natural, un medio ambiente impecable y belleza. Y como tantas veces me tiene dicho mi madre, sin limpieza no hay belleza.