Opinión

Felicidad era aquello

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SIEMPRE HE sido muy fan de la Navidad. Tanto que me resisto a hablar en pasado y a decir que lo era. Aunque hoy, por desgracia, para mí como para muchas otras personas, estas fechas adquieran ciertas connotaciones y acarreen demasiados recuerdos como para poder seguir diciendo que son días de felicidad absoluta.

Para mí, la felicidad completa de la Navidad era cuando estábamos todos. Cuando abuelos, padres y todos los hermanos nos sentábamos a la mesa. Cada una de las pérdidas que a lo largo de estos años se han ido sucediendo ha sido un tremendo zarpazo que ha ido arrancado partes irrecuperables de esa felicidad.

Es cierto que la Navidad sigue teniendo un buen puñado de argumentos que aún hacen que al menos parte de esa feliz sensación se mantenga. En mi caso, el regreso a casa por estas fechas de mis hijas, que están estudiando fuera, hace que reviva en mí la ilusión, que se encienda algo en mi mirada y que vuelva a tener ganas de levantar la copa y hacer un brindis. Aun siendo consciente, insisto, que aquella felicidad completa de la que hablaba antes nunca podrá volver a vivir a mí.

Pero, ya digo, sigo siendo fan de la Navidad y del espíritu navideño. Entiendo estas fechas como fechas de reunión en las que lo que corresponde es, aunque sea por un día, aparcar las diferencias y mostrarse generoso.

Las estrategias pueden ser muy interesantes para los negocios pero no siempre son útiles o válidas. Vivimos en un mundo en el que lo que prima son las estrategias, estamos de acuerdo. Pero al menos por estos días dejémoslas en el armario y mostrémonos como realmente somos. Especialmente ante nuestros más allegados.

Quizá peque de nostalgia pero soy de los que siguen pensando que los principios y los valores también cuentan. Y mucho. Y máxime en estas fechas tan señaladas. Por eso mi voluntad es la dejar al margen cualquier tipo de estrategia y entregarme a los míos tal cual soy. Y, por supuesto, acogerlos a ellos tal cual son, también. Que en eso consiste la generosidad y la ilusión. Esa que nunca debería dejar de imperar todo el año. Tarea harto difícil, desde luego. Intentemos por lo menos cumplirla en estos felices (aunque para muchos de nosotros no del todo) días navideños.

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