Opinión

La cabra de La Legión

Cada vez que llega la izquierda al poder en España, trae debajo del brazo un saco de ocurrencias y doctrinas que generan, siempre, una gran expectación entre los asustados contribuyentes. En las distintas áreas ministeriales cada vez que hay un cambio de gobierno hacia la izquierda caviar, los funcionarios cruzan los dedos y le piden al señor todopoderoso que se queden como están. Recuerdo a la señora ministra de Defensa del gobierno de Zapatero, la señora Chacón, que en paz descanse, cuando llego al ministerio y dejo a los Ejércitos de España en una situación que no los reconocía ni la madre que los pario.

Doña Carmen Chacón, había convertido al Ejército patrio, otrora glorioso y temido en el mundo entero, en una ONG. Una organización de hermanitas de la caridad que se dedicaba a repartir alimentos por el mundo adelante mientras le atizaban de lo lindo todos aquellos a los que querían socorrer por ese buenismo estúpido, gracias al cual somos el hazmerreír del mundo y no recibimos más que patadas en el trasero. Enviamos a nuestros soldados a las zonas de guerra a distribuir preservativos y lo que reciben a cambio son balas trazadoras y fuego de mortero. Una nueva táctica del papanatismo celtibérico y pacifista que se incluía en aquella política zapateril de la Alianza de las Civilizaciones, que tanto disgustos nos dio en su día y nos sigue dando aun. De sus objetivos que eran algo así y tan típico en la izquierda como fomentar el diálogo y la cooperación entre diferentes culturas y civilizaciones y tender puentes que unan a los pueblos para la prevención de los conflictos y a la construcción de la paz y bla, bla, bla., no hay más que leer los periódicos para darse cuenta de su colosal y extraordinario éxito.

A la izquierda le gusta desde siempre esto de las oeneges. Es, como todo el mundo sabe, una izquierda pacifista cuya máxima ilusión ha sido y es hacer de nuestros Ejércitos un convento de capuchinas, realizando cambios y reformas que den al traste con los símbolos, las creencias, los valores y las tradiciones militares más sagradas que a los socialcomunistas le traen, claro esta, absolutamente al fresco. Las reformas de verdad, que no son otras que la modernización de nuestros Ejércitos, no se ven por ningún lado. Hay dinero para repartir preservativos por África Tropical pero no hay ni un solo euro para modernizar el armamento ni las medidas más elementales de seguridad de nuestros soldados a quien los gobiernos socialistas han enviado alegremente a la guerra por ahí adelante sin pararse a evaluar las consecuencias que han sido, siempre, fatales.

Se empezaron a cargar los actos y ceremonias religiosas de las celebraciones castrenses, tan unidos a la milicia desde tiempo inmemorial. El día del Carmen, fecha señera en las celebraciones de nuestra Armada, en la Escuela Naval Militar, se suprimió la misa del acto militar y nuestros marinos tuvieron que rezar clandestinamente. Después, se les prohibió a los legionarios llevar la camisa abierta como es tradición en nuestros Tercios y lucir barba o perilla y dejarse patillas. Finalmente, se intentó, sin éxito, retirarles el "chapiri". Hoy, ya dicen que no pueden desfilar con la cabra a la que hay que darle de alta en la seguridad social. Y así siguen. En la Brigada Paracaidista ya ha sonado la alarma. Están muy preocupados en su Estado Mayor por si a Sánchez se le ocurre retirarles el paracaídas.

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