Opinión

Merichell

Es una ministra separatista del gobierno de Sánchez. Trata de disimularlo como Iceta, pero carece de la maestría teatrera del secretario general y se le nota un huevo y parte del otro. No lo puede esconder. Y es que estos niños pijos del socialismo catalán se han criado también en el sentimiento antiespañol y en el separatismo y no lo pueden remediar. Dice Merichell sobre el muy coñazo y aburrido asunto catalán que "imponer solo la Constitución a quienes la rechazan no es la solución". Para la ministra que es profesora de Derecho, la Constitución que en su día aprobamos la inmensa mayoría de los españoles no vale. No sirve para nada y hay que cargársela. Manifiesta que no le gusta a dos millones de catalanes, ella incluida, pero no dice que sí la respetan y sí la quieren los otro cinco millones que también viven allí. ¿Qué piensa hacer con estos últimos la señora ministra separatista? ¿Una colonia, un ghetto o un campo de refugiados? ¿Por qué este socialismo de campanario cede una y otra vez ante el separatismo?

Este cisco lo comenzó Zapatero y lo está culminado Pedro Sánchez con los enemigos de España, terroristas incluidos, y con esta irresponsable que tiene por ministra. Para Zapatero, otro fenómeno, el concepto de nación era un concepto "tan discutido como discutible". Una frase antológica pronunciada por un presidente del gobierno que no sabía lo que realmente presidia. No tenía claro el concepto de España, y se preguntaba todos los días por donde andaba y a quien dirigía.

Y a esta Merichell, le pasa igual. Debe de pensar que gobierna junto a Sánchez a una tribu de las cavernas de nuestros prehistóricos orígenes, en vez de una comunidad de individuos civilizados, asentada en un territorio determinado, con lengua, historia y tradiciones comunes, cuyos habitantes que son más de cuarenta y siete millones viven organizadamente y sujetos a una Constitución, la de 1978, que se dieron asimismo por amplísima mayoría como su norma fundamental de convivencia en paz. Y esa Constitución, aunque la ministra lo ignore, dice claramente y en consecuencia dice, también, el pueblo que la aprobó, que se fundamenta en la indisoluble unidad de la Nación española, patria común indivisible de todos los españoles. ¿Comprenderá esto doña Merichell que cobra muy bien de todos nosotros y sin queja alguna? ¿Cree esta señora que las constituciones son de quita y pon y están a merced y al capricho de las ocurrencias de cualquier patán de aldea metido a político? ¿Cómo no va a saber esto una profesora de Derecho si lo sabe cualquier alumno de primer curso? Y es que, tristemente, el problema no es de ignorancia. No. El problema es de trincamiento de testículos. Al señor Sánchez y a sus ansias de poder lo tienen cogido por los dídimos unos pájaros catalanes y un terrorista vasco que representan a millón y medio de ciudadanos independentistas. Una gota de agua en el océano político español, si nuestro sistema electoral fuese minimamente racional y justo, que no lo es en absoluto. Y de esto se aprovechan los enemigos de España que, hacen saltar al presidente y a su ministra como de dos monas titiriteras se trataran, haciéndoles dudar hasta de la realidad que gobiernan y que se llama España desde muchos siglos atrás. Muy mal lo tiene que estar pasando Sánchez. Muy mal. Y la Merichell, a seguir trincando de todos los españoles.

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