Opinión

Autoestima y oportunidades

Una dosis importante de confianza para no ver el apocalipsis en la actual situación de la economía y una puerta abierta a la esperanza para Galicia, acompañada de la necesaria mejora de la autoestima, justificada, como país, son algunas de las conclusiones que obtengo de la intervención telemática del profesor Antón Costas en el e-encontro de El Progreso y Diario de Pontevedra. Apuntó inicialmente tres factores de incerteza en ese contexto: 1) cómo va a evolucionar el virus, 2) la eficacia de las medidas que adopte el Gobierno y 3) el comportamiento que adoptemos los consumidores, de gastar o retraernos. La virtud privada, la del ahorro o la austeridad, puede interpretarse en las actuales circunstancias como un mal o pecado público. Toca consumir. 

Solo con estos puntos estaría ya mucho más que justificada la atención a la disertación de este vigués asentado en Barcelona, con una personalidad que tiende puentes en el mundo de la economía y la empresa, y la política. Lo hizo en su etapa en la presidencia del Cercle d’Economía, en los años duros que siguieron a 2008 y frente a la alta tensión que alcanzó el problema catalán ya desde antes del 1-O, en 2017. Ejerce además magistralmente la pedagogía económica para profanos desde los periódico. Una presencia en los medios, como la que practica Antón Costas, creo que hay que reclamarla como un deber al mundo universitario para con la sociedad. 

Quizás el ambiente político y la talla, o falta de la misma, en los líderes —en plural, sí— contribuya a ver fundamentalmente negra la perspectiva presente

De los gallegos dependerá, podría concluirse, que sea un hecho la visión esperanzadora de Costas, con las oportunidades que representa para Galicia el programa de recuperación europea y el Pacto Verde de la UE (Green Deal), que exigen capacidad para diseñar proyectos y ponerlos en marcha. Si la autoestima acompaña, hasta ese cambio de tendencia en la localización de las empresas —empiezan a ir a donde está la gente, la mano de obra, y no al revés— los vientos que trae la crisis programada —la paralización la decidieron los gobiernos para hacer frente a la pandemia— podrían soplar favorablemente para Galicia. 

En plazas peores que la actual hemos toreado, y tomó el profesor la muleta que le ofrecía el director de El Progreso, Alfonso Riveiro. Puso Costas, vigués que empezó a trabajar en un astillero, la referencia de la larga crisis de los años setenta, que destruyó empresas, creó paro hasta tasas insostenibles y un absoluto descontrol en los precios. Al menos para quienes sumamos años y recordamos cómo caía entonces la industria en la costa gallega, cómo subían los precios de un día para otro —aquellas intervenciones del profesor Fuentes Quintana para invitar a la superación desde el realismo— fue suficientemente ilustrativa esta referencia para no ver en estos momentos el apocalipsis y la absoluta desesperanza. 

Pero quizás, es intuición personal y no de la intervención del profesor, el ambiente político y la talla, o falta de la misma, en los líderes —en plural, sí— contribuya a ver fundamentalmente negra la perspectiva presente. Precisamente por esto se valora más una intervención como la de Antón Costas.

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