Opinión

Enredos

NO HAY confusión con la corrupción sentenciada. En este país que lo tolera casi todo en esa materia, decimos que cada palo aguante su vela. José Luis Ábalos tras la sentencia de los Ere, que le toca a su partido, el PSOE, aunque no lo vea, siguió la tradición general del despiste: no es asunto de su partido. Cuando asegura que "la sentencia es dura", no sabemos si dice lo mismo que los independentistas catalanes por la suya o vaya pájaros teníamos en Sevilla. Dice Ábalos que el PP con la corrupción se ha dedicado a la ceremonia de la confusión. ¿Qué fue lo suyo? 

Puede estar tranquilo el ministro en funciones sobre la confusión. Hay algunas ideas claras. Nadie cree que Bárcenas pagase sobresueldos a cargos socialistas. No constan indicios, de momento. Nadie cree tampoco que el entramado de las millonarias subvenciones a las falsas regulaciones de empleo fuesen para captar votos para el PP en Andalucía y asegurar así alguna vez la alternancia en el poder con el fin del reparto clientelar de la Junta de Chaves y Griñán. Sería la perfección nunca alcanzada de la alternancia bipartidista. No lo imaginó Cánovas para la Restauración. 

A pesar de la ceremonia de la confusión que Ábalos ve en la reacción del PP con la sentencia, no hay duda de que la pestilencia se producía en su propia casa

Vale que no esté en la misma posición Sánchez con los Ere y el PSOE andaluz que Rajoy con la financiación que gestionaba Bárcenas, supuestamente para el PP, o con las reformas inmobiliarias al hispánico modo de licencias y pagos en la sede de Génova. ¿Quién no pagó al fontanero en b? 

A pesar de la ceremonia de la confusión que Ábalos ve en la reacción del PP con la sentencia de Sevilla, no hay duda de que la pestilencia se producía en su propia casa. Todos se taparon la nariz. Incluso ahora, con sentencia y todo, se la tapa Pablo Iglesias. Es la llamada de la moqueta del poder a la conversión súbita al sistema. Y solo con oler las alfombras. 

Entre los voceros de PSOE y PP, para atenernos únicamente a los dos pies del a veces añorado bipartidismo, hay puntos de encuentro. Cuando la mierda rebosaba en las cañerías altas de unos y otros, todos declararon, y manifiestan todavía, que afortunadamente sus señoritos, para decirlo en fino, no defecan. No es poco, dijo en su condición de abogado José Bono. La referencia a la caca es inevitable si una de las condenadas es Magdalena Álvarez. El plan Galicia de mierda, dijo como ministra. ¿A quién acusarán ahora desde la derecha de mover todos lo hilos si la culpa antes era de Rubalcaba? Una causa general contra el PP, dijo Dolores de Cospedal cuando un juez mandó en la anochecida a la policía a ver las reformas y los ordenadores en la sede popular. La versión canónica del PSOE dice que enmierdar la política social de la Junta, con una vía innovadora de Visa en los puticlubes, fue estrategia orquestada por la derecha, periodistas y medios que practican el contar lo que sucede. 

Los jueces afortunadamente, y con la lentitud que casi produce olvido, no lo ven así.

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