Opinión

Faldas, bronca y surtidor de gasolina

METER EL dedo, o la pezuña, en los contenidos de la enseñanza y organizar división y enfrentamiento con las lenguas autonómicas es un mal endémico en la política de este país. Son recursos para desviar la atención cuando la economía pinta mal. La tormenta para este verano no es una amenaza. Es una realidad. La berrea del otoño puede ser un sonoro lamento como antesala de un invierno frío. Quién se atreverá a encender la calefacción. Pero, ya sabemos o eso nos dijeron, la inflación es cuestión puntual. 

A la vicepresidenta Calviño se le da mejor retirarse de un posado fotográfico, cuestión de género que es lo nuclear en este momento, que hablar claro a la ciudadanía sobre la situación y perspectiva económica. O quizás suceda que tanto contacto y contraste con la parte ideológica acabó por contaminarla.

Hay dos claros indicadores para saber si las cosas de comer van mal. Cuando se impone en el debate político, el de los tertulianos y las portadas de algunos periódicos de trinchera, a derecha e izquierda, la cuestión del adoctrinamiento en los libros de texto y de las lenguas en la enseñanza. Con estos dos indicadores activos, como ahora mismo, hay que mirarse la cartera. 

Algún economista y sociólogo observador de la moda relacionó la tendencia de la falda corta o larga con la situación de le economía. La tela se recorta cuando el dinero circula y en la escasez los vestidos se alargan, sostenía hace un siglo Georges Taylor.  También Edgar Morín vio indicadores de la marcha de la economía en la popularidad de las estrellas cinematográficas femeninas y las características de sus senos: pecho grande en tiempos de escasez económica y en la mínima expresión física para un PIB y una renta al alza. No sé cómo son las tendencias de la moda ahora. No son tiempos para observar, ni en una hipotética condición de economista, faldas ni pechos a riesgo de condena pública por lascivia, lujuria o a saber qué. Pero si hay que elegir indicadores extras para ver la marcha de la economía me quedo con los de Taylor y Morin y no con los de la bronca política repetitiva que veo en este país.

La ideología se impone como recurso mientras el surtidor de gasolina pierde el control para multiplicar euros por litro, mientras los precios de hoy en el lineal del supermercado son más que ayer y menos que mañana o mientras el anuncio y el compromiso de la rebaja en el precio de la luz no aparece reflejado en el recibo que cada mes la eléctrica de turno nos carga religiosamente en el banco. 

Ahora mismo está servido el menú. Si uno se acuesta con la radio sintonizada en alguna de las cadenas llamadas nacionales es probable que no concilie el sueño ni con una peligrosa ingesta de pastillas. Cuando despierte por la mañana, allí seguirán otros o los mismos opinadores para acongojar a la audiencia. La caja de Pandora está abierta, o trabajan sin descanso para abrirla, y todos los males circulan y se adueñan de este país. 

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