Opinión

El Papa se cabrea

LA FIGURA encasillada e intocable de los papas dejó de serlo con la llegada al pontificado de Francisco, por su estilo, su transparencia y su talante abierto y cercano, conducta que choca con no pocos sectores conservadores de la Iglesia, que no dudan en criticar abiertamente sus maneras y modos avanzados de remar en la barca de Pedro y en su enfoque terrenal. Pero también es cierto que su disposición conciliadora y valiente sugiere la posibilidad tanto de ensalzar su actitud como de criticar su gestión, dentro del abanico de libertades que preconiza. Y tampoco ha de sorprender que Jorge Mario Borgoglio se cabree llegado el caso, como sucedió con su último rapapolvos a los nuncios que le representan en el orbe de la cristiandad, sin que alguno de ellos, por lo que parece, comulgue con su doctrina:"No es conciliable ser nuncio y criticar al Papa, y tener un blog o unirse a grupos hostiles al Pontífice, a la curia o a la Iglesia", les dijo, además de instarles a vivir con menos lujos. Puede gustar más o menos, pero más que una merma en la libertad de expresión, que también, es sobre todo la evidencia de que la Iglesia se humaniza, situándose en el plano de una realidad terrenal, que es donde se cuecen las habas.

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