POR MUCHO mucho que se desentienda, evitando responsabilidad directa, echando balones fuera, Sánchez lo tiene complicado para desentenderse de la condena de los Ere, por el caso más grave de corrupción registrado en el actual periodo democrático, alcanzando de lleno a los socialistas en un momento delicado de negociación para formar Gobierno. Sobre todo porque es una copia de la situación oportunista que, por culpa de Sánchez, hizo perder el poder a Rajoy. ¿Por qué entonces sí y ahora no? Sus rivales políticos se lo recordarán en cada instante, hasta estigmatizarle. Una cruz.
Conociendo la capacidad de maniobra del personaje, pudiera parecer que se trata de un episodio trivial, pero librarse del asedio a que va a ser sometido ya no depende de esconder la cabeza debajo del ala. No será el único estampillado. Pablo Iglesias, tan combativo y agresivo cuando exigía echar a los "delincuentes" del Gobierno por el caso Gürtel, está ahora acoquinado, encogido y temeroso de perder la posibilidad de meter baza en el reparto del pastel, echando la culpa al bipartidismo para no implicar a su socio, al que odia más que ama, lo cual hace evidente que su decencia y honestidad es de pura conveniencia. Solo interesa salvar los muebles.
