Opinión

Morbo desbocado

 

NADIE cuestiona que el asesinato de Laura Luelmo no merezca una cobertura mediática acorde con la dimensión de lo acontecido, pero una cosa es detallar el drama con todos los pelos y señales, para que nada quede en el tintero, y otra bien diferente enarbolar la bandera del morbo hasta límites que desbordan lo que demanda el mal gusto de quienes se refocilan con este tipo de tragedias, para regocijo de las desdichas humanas. Telediarios hubo que ocuparon más de veinte minutos de su espacio inicial en regodear el caso, extenuándose en más de lo mismo; y es probable que buena parte de la audiencia lo habrá aplaudido y agradecido, pero ello tampoco justifica la exageración, tomado desde la ponderación, la sensatez y el sentido común, por mucho que se apele a la libertad de información. Nadie se para a pensar, y no estaría por demás hacerlo, que la difusión desmedida contribuye a sustentar el mimetismo de mentes enfermas, que necesitan bien poco para encauzar abominables ideas y ponerlas en práctica cuando la ocasión se presente. La mecha de la maldad prende con mayor facilidad que si se pretende ensalzar comportamientos que magnifican la convivencia.

 

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