Opinión

Socorristas

La sospecha de que no se hace todo lo posible por otorgar a las playas, o a áreas recreativas fluviales de dotaciones o equipos de salvamento y vigilancia lo suficientemente preparados, es más que una sensación. Todos los años, por una cosa u otra, siempre surge algún contratiempo en el momento de reunir socorristas preparados para ejercer tan difícil y responsable misión, lo cual puede deberse a falta de medios o por no haber voluntad de hacerlo. Tratándose de algo tan esencial como es salvaguardar la vida de las personas, la carencia de presupuesto no parece el motivo que lo justifique, cuando tanto abundan los derroches injustificados e innecesarios con dinero público. Es imprescindible poder disponer de personas formadas para lo que se les exige, más que de amateurs, por buena voluntad que pongan, pero también es primordial que se les remunere lo suficiente, no una gratificación o dádiva para salir del paso. Es un trabajo duro que merece ser convenientemente recompensado. No basta con presumir de banderas azules si después no se sabe estar a la altura de las exigencias. Y el peligro está siempre latente, al acecho. Que en Galicia se ahogasen ocho personas durante el pasado mes de julio es la prueba de que no se puede bajar la guardia.