Opinión

El talón de Aquiles

RECIBE EL nombre de talón de Aquiles un tendón que tenemos en la parte posterior de nuestra pierna.

Este tendón es llamado así en honor de Aquiles, personaje de la mitología griega, y de su célebre vulnerabilidad en el talón. También llamado tendón calcáneo, su función es conectar los músculos de la parte trasera de la pantorrilla con el hueso del talón. Si estiras excesivamente el tendón de Aquiles, puede desgarrarse (romperse) total o parcialmente. Si el tendón de Aquiles se desgarra, es posible que se oiga un chasquido, seguido inmediatamente de un dolor agudo en la parte trasera del tobillo y la pantorrilla, que probablemente afecten a nuestra capacidad de caminar correctamente. Con frecuencia, se realiza cirugía para reparar la rotura. Sin embargo, para la mayoría de las personas, el tratamiento no quirúrgico también funciona. En el caso de los deportistas profesionales es necesario pasar por el quirófano para reparar la rotura.

Las normas arbitrales de la presente temporada futbolística han introducido una novedad con el fin de proteger el tendón de aquiles de los futbolista. Cualquier ataque al mismo, sea de forma deliberada o fortuita, es sancionado con la expulsión. Para dilucidar si el golpe se ha producido en la zona en cuestión, se cuenta con la tecnología punta del VAR (video assistant refereee), que viene siendo la moviola de toda la vida. Para ello se detiene el partido y un grupo de señores con visión ultrafina deciden si se debe aplicar la expulsión o si el golpe se produjo fuera del perímetro del preciado talón.

Por qué se decide proteger esta zona de la pierna del futbolista y no la rodilla, la tibia, el tobillo o el occipucio o colodrillo, es un misterio aún sin resolver. Es cierto que las partes mencionadas seguramente no tienen tanto prestigio histórico-literario como el tendón de Aquiles, pero ya me dirán si una rodilla rota, una tibia destrozada, un tobillo hecho migas o el occipucio esmagado no ocasionan cierta incomodidad para la práctica del fútbol. Y no me digan que no resultan más fáciles de identificar en un lance del juego que el talón de las narices.

El pasado domingo un asesino a sueldo disfrazado de futbolista de 22 años del Celta de Vigo tuvo que salir del campo a los siete minutos de juego porque el árbitro le mostró una tarjeta roja (curiosa forma, pardiez, de privar a alguien del ejercicio de su profesión, si lo pensamos un poco). Bueno, he leído en un sitio que fue a los 7 minutos y en otro que fue a los 11 (si en algo que mide un simple conómetro se producen estas discrepancias, ya me dirán a la hora de interpretar unas imágenes). Lo cierto es que el muchacho realizó una entrada sobre un jugador contrario (suele ser así, la gente no anda por el campo dándole golpes a los suyos), Soldado, concretamente (con ese nombre debería ser más aguerrido o al menos disponer de un talón entrenado para la batalla). Al parecer el jugador celtiña, presionando por detrás a su contrincante, lo pisó accidentalmente en la parte trasera de su pie derecho. Consultado el VAR, el joven debutante se fue para la caseta sin apenas haber sudado.

Uno entiende perfectamente que una agresión pueda y deba castigarse con la máxima sanción disciplinaria pero¿qué futbolista agrede premeditadamente a otro en el talón de Aquiles? No solo hace falta ser retorcido, sino tener mucha puntería (le puedes quitar la bota, o golpear en la hierba y terminar tú lesionado u otra calamida insólita, como semejante ataque).

Salvo que se haya adoptado esta peregrina medida para poner en valor el nuevo invento (que es viejo, insisto, que es la moviola de toda la vida pero en directo, parando el partido) es difícil explicar esta cacería del futbolista. Tambíén es posible, aunque poco probable, que hayan tomado al pie de la letra la expresión popular que utiliza talón de Aquiles para referirse al punto más vulnerable o débil de un individuo. Así, protegerlo a base de tarjetas rojas se habría convertido en un servicio a la humanidad.

Finalmente, está la opción de considerar que esta norma tan arbitraria y que exige a los árbitros tan buena vista es simplemente una trapallada más que pronto será corregida en beneficio del sentido común.

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