Opinión

Hablemos del tiempo

CUANDO RECUERDAS que por segunda vez en no demasiado tiempo te dispones a escribir sobre el tiempo, algo se revuelve dentro de ti, como indignándose, pero enseguida lo envías a las mazmorras del olvido con serias amenazabas en caso de que intente la fuga.

Hablemos, pues, del tiempo, un tema tan agradecido. Un tema que es el ideal para la confraternización, especialmente con personas desconocidas y sobre todo en espacios cerrados como los ascensores. Un conversación que te deja una sonrisa (bobalicona) en la boca al abandonar el habitáculo, como si te reconfortase hablar de lo mucho que está (o no) lloviendo ultimamente. Lo que sucede es que te has quedado aliviado de viajar equis número de pisos en compañía de un semejante sin intercambiar ni una palabras, con lo cortante que es el silencio, que te deja unas cicatrices en la psique imposibles de curar en menos de tres segundos. A nadie se le ocurre ponerse a hablar de política con un desconocido. Sería tentar la suerte. Al menos en Cataluña, la probabilidad de que un indepe se tope con un constitucionalista, y viceversa, dicen que es de un cincuenta por ciento. Como para jugársela. Aunque seguro que los indepes se la juegan. Apuesto a que los indepes cogen los ascensores solo para toparse con desconocidos a los que soltar sus ideas indepes aunque sea tal alta la posibilidad de que su interlocutor no lo sea. El otro, en cambio, hará oídos sordos y le dirán que la tramontana está desatada ultimamente, o que la gota fría y eso. Todo acabará en un diálogo de besugos, que es como está la cosa, más o menos.

Hablar con la gente, sea conocida o no, sobre el tiempo que hace (o el que no hace) se convierte casi siempre en una actividad que se emprende desde el enconamiento y desde la queja. Si llueve, te quejas de la lluvia y si hace sol de lo mucho que lleva sin llover. Si hace frío, de que es insoportable y si hace calor, de que ya no es el momento adecuado para eso. En general, es desproporcionado el tiempo que pasamos hablando del tiempo que no hace, ya que siempre echamos de menos los factores climatológicos diameltralmente opuestos a los que disfrutamos. Y nuestro interlocutor suele recibir nuestra diatriba con un furioso asentimiento que corrobora con argumentos aún más decisivos que los nuestros, de tal manera que el colorario de la charleta vendría a ser algo así: "El tiempo que hace es un auténtica mierda", donde podríamos sustituir "auténtica" por "verdadera" y adjetivos similares.

Uno se pregunta qué hace la gente que tiene que entrar y salir mucho de casa propia o ajena, en todo caso, qué hace la gente que tiene que coger ascensores a troche y moche. O es un día de esos que cambian varias veces de cara en el transcurso de unas horas, o estar repitiendo la misma chapa puede hacer que a uno se le avinagre el carácter (aún más). "Como he dicho siete veces anteriormente, este frío no es propio de la estación". Y así.

El tiempo atmosférico sufre los improperios y las vejaciones más injustas y encarnizadas que uno pudiera imaginar de algo que no tiene culpa alguna. Y las recibe, además, por parte de los seres directamente responsables de estropear su lógica interna, forjada a lo largo de los siglos. Sí, estamos hablando del cambio climático, ese que niegan Trump, el primo de Rajoy y cuatro más que tienen al menos la vergüenza de no significarse. Aunque, ojo, es un fenómeno que ha existido siempre. Únicamente han variado los agentes responsables del mismo. Por ejemplo, en torno al siglo XV se produjo un enfriamiento brusco que los expertos han denominado "pequeña era polar" y que duró hasta mediados del XIX. Se desconoce el factor o factores desencadenantes, cosa que no ocurre en el actual calentamiento global. De hecho, hoy en día las imprecaciones que se dedican al clima están salpicadas de otras dirigidas a Trump y a los negacionistas del cambio climático. Aunque se cae en exageraciones y se termina endosando al cambio climático desde la proliferación del anisakis hasta la repentina subida del precio del diésel. Aunque no sería de extrañar que también anduviese por el medio Trump.

Comentarios