Opinión

Influencers

A VECES veo influencers. Servidor sabe lo que es un influencer porque sabe inglés, no como los que lo saben porque lo saben. Bueno, saber, saber... tampoco. Pero lo intuyo. A veces intuyo influencers. Muchas son chicas que están como chotas (frase sonora y bonita: léanla en voz alta). Los chicos influencers también están como chotas. Estar como una chota convalida primero y segundo de Influencer. A veces deseo serlo yo también, pero después me pongo a pensarlo y me da cosa, aparte de que son asuntos incompatibes (pensar y ser influencer). Pasarte el día frente a una pantalla, grabando ese careto que tanto te ha costado aceptar como tuyo. Diciendo cosas así, a lo loco, metiendo relleno a todo meter... rayos, empiezo a pensar que me iría muy bien...

Pero vamos a ser serios, sin que sirva de precedente. Copio y pego: "Un influencer es una persona que cuenta con cierta credibilidad sobre un tema concreto, y por su presencia e influencia en redes sociales puede llegar a convertirse en un prescriptor interesante para una marca".

"Credibilidad sobre un tema concreto": esto me descarta totalmente. Puede que tenga credibilidad sobre temas inconcretos, eso no lo niego, cuanto más inconcretos, mejor. Aunque igual "credibilidad" es un término demasiado contundente.

Después está lo de la "presencia e influencia en redes sociales". Tengo cuenta abierta en casi todas, pero no paso por allí hace decenios. Ni me acuerdo de las contraseñas. Como no salgan a abrirme las arañas, no me vuelven a ver por allí.

Lo de prescriptor, sí. Absolutamente. Mola absolutamente, quiero decir. Prescribir es de lo que más mola dentro de las cosas que molan. Pase usted para acá, pollo, que le voy a prescribir algo que se va a cagar (por la pata abajo). Lo malo es que uno no sabría qué prescribir, llegado el caso. ¿Una lectura, una serie de Netflix, un motivo para un tatuaje, una banda indie, un corte de pelo, un furancho? Si hay que prescribir, se prescribe, pero prescribir por prescribir es tontería. Y a la hora de hacerlo hay que mirar a los ojos a la concurrencia y no prescribir en vano.

Lo cierto es que la RAE (todavía) no admite influencer por lo que mi primera prescripción sería la de adoptar el término influencier que es mucho más castizo con tan solo una vocal más. Seguro que la RAE lo admite mucho antes. No sé qué tal sería yo como prescriptor, pero lo que son ideas, tengo algunas buenísimas.

De influencer se gana mucho dinero. Tanto youtube como instagram salen gratis, de modo que la inversión inicial es cercana a cero, o más o menos cero, como diría un buen influencer (esto me lo acabo de inventar). Inventar, e inventar bien, es fundamental para ser alguien en esta cosa (iba a poner profesión, pero me daba cosa y puse cosa).

Hay una tal Kylie Jenner, alguien a quien estoy seguro que le ponen un plato o dos a la mesa en su casa a la hora de comer porque la conocen (entre otras cosas), no como otros burros que no tenemos ni idea de quien es. Pues esta muchacha gana un millón de dólares por cada post que publica en su cuenta de Instagram. Como otros compañeros de actividad (iba a poner profesión pero me sigue dando cosa) se dedica a aconsejar a traves de su cuenta determinados productos que promociona para sus noventa y cinco millones de seguidores. Cómo ha podido alcanzar esa cifra de seguidores es un misterio insondable que se haya explicado en un documenteo oculto en un cofre de titanio enterrado en una fosa marina a noventa y cinco kilómetros de profundidad. Luis Suárez, el futbolista uruguayo, también tiene una cuenta en Instagram con treinta millones de seguidores, lo que le permite cobrar ciento cincuenta mil dólares por cada contenido patrocinado que sube. Vemos, pues, que la gente famosa y que gana una porrada de pasta, aún gana mucho más aprovechándose de los millones de parvos que les siguen en las redes sociales. Incluso existen millones de parvos siguiendo a otro parvo. El mundo parece a veces una especie de psiquiatrico de dimensiones desorbitadas.

Comentarios