Opinión

Pan y cebolla

MI ESPOSA hace pan. He escrito esposa a propósito, por fastidiar. No he puesto mujer porque no quiero ser acusado de machista por la gente que te acusa de machista por poner esas cosas. Mi señora hace pan. Eso suena aristocrático. Lo de señora. Lo de hacer pan suena artesanal. No todo el mundo está casado con alguien que hace pan. En casa, quiero decir. Alquilar un despacho de Acuña o A Devesa por una tarde para hacer pan, eso lo puede hacer cualquiera. Hacer pan en casa, no. Vale, vamos a ser claros y a contarlo todo. Mi señora, esposa o mujer, hace pan usando un maquinillo que ha comprado. Es un maquinillo eléctrico, para regocijo de los de Naturgy, que además sirve para cocinar. Desconozco si hacer pan se considera cocinar o no. Lo desconozco casi todo de estos asuntos, esta es una confesión oficial. Con una sartén, aceite, un fogón y unos cuantos huevos y unas cuantas patatas soy un absoluto crack, doy envidia. La gente se arremolina para verme en plena acción, algunos sacan fotos. La modestia me impide experimentar con otro tipo de platos, no soy de los que van por ahí sacando pecho y ampliando el espectro de sus logros culinarios. Esa es una forma de darse importancia que no casa con mi temperamento.

Hacer pan, en todo caso, es una destreza que, aunque sea con ayuda de una máquina que alimenta los ingresos de Naturgy, merece el más grande de los reconocimientos

Hacer pan, en todo caso, es una destreza que, aunque sea con ayuda de una máquina que alimenta los ingresos de Naturgy, merece el más grande de los reconocimientos. Todos conocemos el viejo dicho Contigo, pan y cebolla, acuñado para hacer referencia a la intensidad de un compromiso romántico, dispuesto a superar cualquier adversidad que traiga la vida (que las trae). Las cebollas la puede recoger cualquiera que las plante, si la naturaleza y el clima no se rebelan, pero ¿el pan?. El pan te lo tienes que currar, compañero. Por eso alguien que es capaz de hacer pan es capaz de amar hasta la médula. Contigo, pan y cebolla dejan de ser entonces cuatro palabras sin más sentido que el que se quiera dar a una promesa estúpida. Mi compañera o si quieren la madre de mis hijas sí que puede decir lo del pan y la cebolla con total propiedad. De hecho, sospecho que lo habrá dicho en alguna ocasión durante nuestro noviazgo y por eso ha terminado comprando esa máquina que fabrica una corporación seguramente filial de Naturgy. No me acuerdo, la verdad, pero es que durante nuestro noviazgo en lo último que uno pensaba era en panes o cebollas. Es más, estoy seguro de que en esa époco yo desconectaba en cuanto aparecía en nuestras conversaciones la palabra cebolla o la palabra pan.

Bueno, para seguir concretando y ser fieles a la realidad, con la que también estamos unidos en santo matrimonio: la máquina de Naturgy solo sirve para hacer la masa. Luego hay proceder a apretar esa masa empleando el tramo final de las extremidades superiores que terminan en cinco dedos. Y con esas manos, las mismas que después van al pan (o mejor dicho, vuelven) se le da forma y se meten en un molde. Ya casi lo tenemos. Según la forma del molde así será la forma del pan, esto apuesto a que lo sospechaban. Después se mete el molde en el horno y así se cuece el pan. La mayoría de las cocinas modernas vienen con un horno. Por cierto, algunos hornos vienen con un mecanismo maravilloso de limpieza. La limpieza pirolítica. Confieso que me dio la risa la primera vez que lo oí (y la segunda) pero no es culpa mía no haber reparado en el término griego pyros (fuego) y el sufijo -lisis (pérdida). Seguro que mis profesores de griego y latín, si es que hay alguno leyendo esto, sabrán perdonármelo. Lo cierto que es estos hornos calientan la cavidad para quemar la suciedad del interior, reduciéndola a cenizas.

En una especie de horno virtual, meses y meses, se ha estado cociendo el producto de amasar los votos del Psoe y de Unidas Podemos. Era una unión que todo el mundo veía, un destino ineludible para ambas formaciones, una pesadilla para los bancos y un dolor de cabeza para el Ibex. Por fin, tras la última cita electoral, Sánchez se decidió y le dijo a Iglesias: contigo, pan y cebolla. Como la suma no llega, ahora la cosa está en que andan por ahí buscando votos como quien busca una Thermomix.

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