Opinión

Vox populi

VOZ ESTABA por ahí, como el Ciutadans del Rivera que se desnudaba para la cartelería, sin hacer daño ni ruido, sotto voce, agazapado y afilándose las uñas, esperando su oportunidad. Maquilló un poco su discurso extremo pero no tanto como para no ser facilmente identificable en tiempos de marejada. La boya que anunciaba antifeminismo, antinacionalismo y antiemigración, flotaba esperando atraer a los naúfragos del sistema (esperanzas ahogadas por las corruptelas, el paro, las promesas incumplidas) que quisieran aferrarse a ella y de paso hacer un corte de mangas urbi et orbe (que también hubo algo de esto).

Ahora la prensa, que es mucho de vender motos de segunda mano como si fuesen del trinque, se pierde en aspavientos mientras se oye el ruido de la ropa al rasgarse las costuras. Pareciera que se aguarda una segunda invasión de los Cien Mil Hijos de San Luis, aunque en realidad uno apostaría a que Vox apenas llegará a ver un par de nietos. Vox tiene un techo electoral, una invisible barrera que imponen las leyes de la sociología y las del sentido común. Como el techo que alcanzó Podemos hace ya mucho. Se puede esperar su desembarco en el congreso y en los parlamentos autonómicos de otro par de comunidades, pero no mucho más.

Su dudoso glamur se puede emborronar solo con hacer viral el brindis de los tercios de Flandes que celebran en petit comité cuando tienen algo por lo que brindar, como en Andalucía. Nadie puede volver a mirarlos con los mismos ojos tras escuchar, a voz en cuello: "No os preguntarán por mí/ que en estos tiempos a nadie/ le da lustre haber nacido/ segundón en casa grande/ pero si pregunta alguno/ bueno será contestarle/ que español a toda vena/ amé, reñí, di mi sangre...". Y todo eso antes de comenzar a beber.

Con tanta apelación a la sangre han conseguido despertar a los tiburones. La izquierda que representa Podemos o la izquierda nacionalista se han apresurado a mostrarse como el antídoto insustituible ante estos individuos y no se les ha ocurrido otra cosa que convocar a manifestantes cargados de testosterona para escenificar un rechazo muy poco democrático. Lo que tenían es que haberse manifestado contra sus votantes, no contra Vox. Lo malo de la democracia es esto, que hay que achantar con lo que no es ilegal pero no te gusta. Estamos hablando, claro, de gente a la que le repatea que un obrero vote a la derecha pero no dice nada de votar a profesores universitarios que residen en lujosos chalets. Es verdad que es muy difícil de conciliar la crítica a la sociedad burguesa, capitalista y neoliberal desde planteamientos clásicos de izquierda mientras vives gozando de todos los privilegios que esa misma sociedad te proporciona. Pero es que para lo fácil vale cualquiera. Recientemente un tuit de la señora Montero llamando a la rebelión de "los barrios" contra la amenaza de Vox fue contestado por un simpático con una foto del "barrio" donde residen. Una imagen a veces vale por mil palabras.

Volviendo a Vox y a su expectativa de éxito, lo cierto es que ni siquiera precisa de una gran implantación social para triunfar. A veces se consigue mucho con poco. La dependencia de los escaños de la CUP en el Parlament les permitió manejar el Procés durante un buen tramo del mismo. Vascos y catalanes obtuvieron exquisitos réditos prestándoles sus votos a PP y PSOE. Y no digamos Coalición Canaria, que hacen maravillas de uno o dos diputados y no tienen reparo en reconocer ante las cámaras que ellos se deben a los votantes canarios, no a la coherencia política.

Un gran hándicap hoy en día para el partido que preside Abascal, además de la forma de brindar que adoptan, es la estigmatización que sufren (y convertirán en atributo). Son los únicos a los que se les llama abiertamente "fachas" por representar a la extrema derecha. Entre esta y el fascismo hay un trecho, pero las nociones de historia no suelen estar presentes en la vida pública (de otro modo no haría falta una ley de memoria histórica). Eso sí, en cuanto Vox toque el poder se acabará su periplo, porque tendrá que moderar su discurso y para eso ya están otros dos partidos que llegaron mucho antes.

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