Opinión

Por buena conducta

RECUERDO EL caso, que pobló muchas pesadillas de nuestra adolescencia. Sucedió en Lugo, cuando yo estaba en el instituto. Una chica fue violada y acuchillada salvajemente un miércoles de septiembre. Al miércoles siguiente volvió a pasar: otra mujer violada y apuñalada casi hasta la muerte. El agresor resultó ser Félix Vidal Anido, un preso de permiso por buena conducta. Un delincuente que había ingresado en prisión en 1981 por varios delitos de violación y al que sólo cinco años después un juez decidió conceder unas pequeñas vacaciones por su buen comportamiento en la cárcel. Un tipo que ha violado a niñas se portó bien cuando estaba entre rejas y eso fue suficiente para darle recreo. Me acordaba ahora de aquel caso, el del violador del estilete, en plena polémica por la cadena perpetua revisable, un asunto que acaba ocultando otro de mucho mayor calado: los beneficios penitenciarios a los que pueden acogerse delincuentes peligrosísimos. Ese es el gran debate. La legislación española, tal como está, permite que un asesino múltiple pueda disfrutar de un permiso sólo quince años después de ser encarcelado. Eso quiere decir que si un criminal es bien educado y no se mete en líos cuando está en la cárcel, un juzgado puede decidir ponerlo a prueba y dejarle que pase unas horas a su libre albedrío. Y si en ese tiempo reincide, qué le vamos a hacer. Ese fue el experimento que hicieron con el violador del estilete y ya sabemos lo que pasó: dos mujeres fueron violadas y apuñaladas con una saña que sorprendió a la propia policía. Dos vidas destrozadas, quizá para siempre, por un miserable que tendría que estar fuera de la circulación y al que un juez buenista decidió dejar salir a tomar el aire durante toda una semana porque hablaba bajito, daba los buenos días y no buscaba camorra. ¿Saben cuántos asesinos podrían estar pasando fines de semana fuera de la cárcel quince años después de entrar en el talego? Cientos. Ahí lo dejo, para la reflexión. 

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