Opinión

Hojas de calendario

HACE TRES días que me regalaron mi primer calendario de 2018. Es de los últimos que quedan de esos con cuatro quintas partes dedicadas a una foto y una quinta para el calendario en sí. En general me gustan los calendarios. Llegué a conservar varios años esos de bolsillo con la esperanza de retener atrapadas en ellos las vivencias del año. Al principio todo iba bien, pero poco a poco los calendarios y los recuerdos fueron decantando sus miércoles y sus viernes sin orden ni concierto hasta formar una amalgama en la que era imposible distinguir un guiño de ojo de un festivo o de esguince de tobillo o una canción del verano. Todo se mezclaba y los calendarios no descifraban nada. A la basura.

Aún así conservé la afición, tal vez fruto de mi afán por envasar el tiempo que, conforme pasa, voy comprendiendo que es solo una huida hacia adelante y en consecuencia hago lo que todo el mundo: ver cuándo caen los puentes. Aún así, reconozco que miro de reojo cuándo cae Carnaval y hay algo que se me retuerce porque ya no me apetece disfrazarme. Entonces recuerdo el calendario de 1995 y sé que lo tenía marcado en rojo. Fui una 'drag queen' de las buenas.

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