Opinión

El desierto español

Estos tiempos de la cuaresma traen ayuno y penitencia en memoria de los 40 días que Jesús pasó en el desierto antes de empezar su vida pública. En la actualidad este precepto está muy lejos de la soledad y copado por el mensaje de coaliciones. Es moda imperante igualar la libertad de expresión al vandalismo; pero no es la única sinrazón que tienta a propios y extraños para ver si está listo para una tarea. La turbulencia y poca visibilidad influye para la preparación, de ahí que el distanciamiento y la soledad propicien la tan necesaria renovación.

Si 40 días estuvo Jesús en el desierto, 40 años hace del 23F y 40 años después de Josep Tarradellas el señor Aragonès parece destinado a seguirle. La relación oculta entre los números, los seres vivos y las fuerzas físicas o espirituales no es considerada disciplina; pero fue un estudio popular entre los primeros matemáticos. El golpe de Estado de varios militares fracasó y los 344 diputados se unieron en favor de la democracia, de la Constitución y en apoyo al rey Juan Carlos I. El desierto de Rub al-Jali (literalmente el cuarto vacío de Arabia) es hoy el destino del Rey emérito, extendiéndose más allá de Arabia Saudí. Probarse a sí mismo es mapa de ruta vital y Carlos Lesmes, presidente del Consejo General del Poder Judicial y del Tribunal Supremo, ha paralizado los nombramientos del Consejo General del Poder Judicial ante los posibles avances entre partidos. Las negociaciones traen lastre desde diciembre del año 2018.

Esto es un pack; aunque suene CGPJ, incluye Tribunal Constitucional, Defensor del Pueblo y consejo de administración de Radio Televisión Española. Es este último el que está acelerando las reuniones y se sabe que cuando se habla de televisión a Pablo Iglesias se le ponen chiribitas en los ojos. Algunos les pasa con un deportivo, una mujer u hombre o ante un regalo; pues el segundo vicepresidente de este Gobierno no solo le ocurre con los altercados callejeros también se le ofusca la vista pensando en su mano influenciando desde la TV pública. Parecer más que ser lo da la pequeña pantalla y ese es el paquete de gloria y supervivencia para un partido que se sostiene por los acuerdos y presiones finales. Pablo Iglesias es un periodista frustrado, con el ego al servicio de la pose y que sabe que cada vez que la gente está de acuerdo con él se está equivocando. Lo suyo es la contracorriente y que le vean y le sigan porque es guay. Que esté o no su partido en el CGPJ es un indicativo para concluir si disminuye su fuerza en el Gobierno de Pedro Sánchez.

La Justicia vuelve a traernos información de lo efímera que es y del daño que hace aplicada fuera de tiempo. El ejemplo más claro lo tenemos con Rita Barberá, mujer en el recuerdo por sus 20 años de mayorías absolutas y con 24 como alcaldesa de Valencia. La reciente sentencia del caso Nóos le da victoria póstuma y la rehabilita después de 4 años de su muerte. Las dificultades del camino no solo hablan de ampollas en los pies. Algunos si no pisan no avanzan.

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