Opinión

Feminismo debilitado

Queríamos ser hombres para alcanzar el éxito, aquel brillo que se movía con los más destacados, los que representaban el lado decidido, racional, agresivo y competitivo de la vida. ¿Cómo voy a ser yo un hombre? Cuando cuestionamos lo que sucede se rompe la fantasía y, como si de un sueño se tratase, despertamos. La parte racional es la que ha hecho explotar esa burbuja de fantasía y hemos empezado a vernos a nosotras mismas. En ese momento la parte masculina tiene más posibilidades de éxito y es la que durante años hemos explotado para oportunidades de triunfo. Alcanzar lo que los hombres ya tenían ha sido el impulso de aquellas que nacieron mujeres y murieron con reconocimiento propio. Sobran los nombres porque son también muchas las que sin fama ni reconocimientos han contribuido con sus consejos a dar hijas con más expectativas.

El objetivo de Naciones Unidas mira a un planeta con igualdad de género, 50-50 en 2030, para que el mundo laboral beneficie a todas las mujeres. Es este un reclamo en contra de la discriminación; pero la corriente española sufre una grave deformación y presenta una anomalía denominada como Proposición de ley sobre la protección jurídica de las personas trans y el derecho a la libre determinación de la identidad sexual y expresión de género. Todo suena a subjetivo y lo más relegado es la condición con la maternidad. Con las propuestas actuales se ha convertido en un populismo y muy filtrado en las universidades. El feminismo está debilitado por el bien de la ideología y dominan los mensajes de operaciones de cambio de sexo, mercaderes de anabolizantes, psicólogos y psiquiatras. Hasta el feminismo, que llega al 8-M con la pancarta negra del covid-19, impide sentir que la lucha continúa hoy gracias a las que han puesto las bases de los logros.

En la jornada de reivindicación feminista de este año el simbolismo está por encima de la utilidad con temas que no interesan a la mujer y que dominan el escaparate publicitario sin utilidad y con olvido para ayudar a las mujeres explotadas, humilladas o asesinadas.

En vez de evolucionar involucionamos para dejar la marca de una de las grandes regresiones sociales. El camino por recorrer hasta una igualdad viene de lejos. Lo de ahora es una representación con dominio teatral porque mujeres han quedado al margen, o son perseguidas, por no apoyar la norma trans que impulsan desde el partido Podemos. Más que sumar se aplica la operación de restar y hoy, como nunca, se aglutinan las mujeres que dicen como Mari Trini "yo no soy esa". Está bien ser realista y pedir lo imposible para quedarse al cincuenta por ciento; pero las nuevas generaciones necesitan referentes y no corrientes extremistas que sacan partido a las emociones. Todo movimiento de libertad debe alejarnos de la celebración del progreso como mujeres avergonzadas y debilitadas por el mismo hecho de haber nacido niñas.

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