Opinión

La jugada maestra

O lo que en nuestra tierra se llama matar dos pájaros de un tiro, aunque en esta cacería creo que se están matando varios a la vez.

Desde 1944 EE UU se erigió como primera potencia mundial gracias a sus extensas redes creadas con su influencia económica, tecnológica, militar y monetaria. Todavía su moneda es la reina de las transacciones que se realizan en el mundo porque de momento consiguió eliminar la competencia del euro y su pretensión es, a ser posible, eliminar el rublo y mantener a raya el yuan. Gracias a ese poder, es capaz de provocar cambios en la opinión pública de países más débiles cuando se lo propone.

Su dominio sobre la ONU y la utilización de la OTAN como herramienta de guerra para conseguir sus objetivos, le permite poner y quitar gobiernos a su antojo en función de sus intereses, y también utilizándola como instrumento económico para hacer que decenas de países cumplan fielmente sus deseos, incluso a costa de tirarse tiros en el pié, con tal de satisfacer a los EE UU a la hora de imponer sanciones económicas a aquellos países que no se dobleguen ante su poder, posean recursos apetecibles o puedan cuestionar su hegemonía. Para estos casos la supuesta “defensa de la libertad y los valores democráticos”, interpretados según la conveniencia del momento, serán el argumento para la intervención.

Las sanciones impuestas por la UE a Rusia no solo han disparado los precios de la energía, también han generado un gran empobrecimiento en la ciudadanía, un retroceso económico que ya se empieza a calificar de estanflación, y lo que es más grave, empieza a correr el riesgo de extinción la industria europea, al menos de una gran parte, lo que conlleva una avalancha de paro inminente. ¿Y eso por qué?

Porque las sanciones económicas impuestas a Rusia hacen que el gas que ahora hay que comprar a EE UU resulta como mínimo tres veces más caro que el que se compraba a Rusia y, como la industria europea es una gran consumidora de energía, gran parte de la industria no será sostenible debido a su encarecimiento. A ese cierre de empresas hay que añadir que, junto con la deslocalización que ya está comenzando, el desmantelamiento industrial de Europa tendrá escasos visos de recuperación en el futuro.

Esa recuperación se verá dificultada porque por un lado nos enfrentamos a una escasez de recursos por agotamiento de las reservas del planeta, pero por otro la razón que me induce a pensar de ese modo se basa en que esta inmersión irracional en la escalada belicista empujada por EE UU contra Rusia, y con más ánimo de provocar a Putin que de ponerle fin a la guerra, no solo trae consigo un ingente aumento del gasto militar en detrimento de la dotación de los servicios básicos de bienestar social que para la gran mayoría de la población son imprescindibles, sino que nos somete al riesgo de ser víctimas de las armas nucleares y a los efectos de posibles atentados a centrales nucleares, por ejemplo. Pero aún al margen de lo señalado, el riesgo de la desindustrialización del viejo continente viene de la jugada maestra de los EE UU.

EE UU con esta guerra ha estrangulado a la UE como competidora económica en el mercado y como posible potencia geoestratégica, al haber roto definitivamente las relaciones tanto sociopolíticas como comerciales entre la UE y Rusia y estrangulado a Alemania, la economía motora de la U E; esa cuestión ya la tienen garantizada con la voladura de los dos gaseoductos, (por si a Alemania se le ocurría tontear con acuerdos inoportunos), esos que poco antes del atentado Biden aseguró que nunca funcionarían y que ahora ya están irrecuperables. Pero además, el encarecimiento de la energía se está haciendo inasumible para algunas empresas y reduce considerablemente el margen de beneficios en otras; por esa razón muchas empresas huyen a otros lugares en los puedan seguir obteniendo mayores porcentajes de beneficio y buscan lugares en los que puedan abastecerse de energía más barata, caso de los EE UU que dispone de energía hasta siete veces más barata que la que están pagando en Europa, y muchas de las grandes empresas europeas se van trasladando allí.

De este modo, no solo engorda la industria bélica norteamericana y del Reino Unido, también la de componentes y otras ramas de la industria se están estableciendo ahora en EE UU, dónde además de la energía más barata se encuentran con que las normas, los derechos laborales y los impuestos son mucho menores. A nadie se le oculta que muchos trabajadores en los EE UU viven en la calle, en tiendas de campaña o en el coche, porque su salario nada tiene que ver con el nivel de vida del país, solo al alcance de los ricos. Para los que piensan que aquí eso no puede ocurrir, que se lo pregunte a médicos contratados por el sistema de salud el pasado verano en Baleares, que dormían en los coches.

Parece que EE UU esté trabajando en la línea del Plan Morgenthau, pero ahora aplicado a Europa. Entonces trascendió una filtración a la opinión pública norteamericana, cuya reacción disuadió a Franklin Delano Roosevelt que optó por distanciarse, si bien en ocasiones posteriores intentó reintroducir algunos puntos. Actualmente, EE UU está trabajando para hacerse con la mayoría de las empresas europeas, en la línea de dicho plan y, a tenor de lo que manifiestan los observadores de la industria, una crisis prolongada terminará por erosionar la industria europea para siempre.

Entre los gigantes que se están desplazando a EE UU está la mayor siderúrgica del mundo, la Arcelor Mittal, fruto de la fusión de una empres europea y otra americana en el año 2006, cuya sede está actualmente en Luxemburgo. Pandora, joyera danesa, ya se expandió en EE UU y Tesla ya abandonó su proyecto de apertura para fabricar las celdas de baterías en Alemania.

Pero estas no son las únicas que se están apuntando a deslocalizarse y eso, conlleva la pérdida de puestos de trabajo, aumento del paro y descenso de los ingresos fiscales en los países que abandonan en Europa.

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