Opinión

Llegó la hora de decir basta

Basta de alimentar la guerra, de estrangular la economía y de causar muertes, desplazamientos forzosos y hambruna; basta de mentiras, amenazas y ocultación de los verdaderos peligros y, en este sentido, me centraré en dos: por un lado la guerra y la amenaza nuclear y por el otro, la contaminación y el calentamiento global. 

Con respecto a la guerra que se está manteniendo en Ucrania, sostenida financieramente con los recursos destinados al gasto militar por parte de los países de la OTAN para dotarla del armamento y otros recursos necesarios para que se perpetúe, está provocando que entre ese desvío presupuestario al gasto militar y las sanciones impuestas a Rusia, está arruinando la economía de la U E. Mientras eso sucede, la industria armamentística y las corporaciones energéticas están teniendo unos beneficios escandalosos y el único país que está sacando lucro de esta situación es EE UU. Aún así, también los norteamericanos están empezando a mostrar descontento con el gasto militar para financiar esa guerra, cosa que ya viene generando un rechazo cada vez más generalizado en Europa; pero entre los estadounidenses comienza a surgir el temor a verse perjudicados por el suministro de gas a Europa y que peligren sus reservas o sus necesidades no estén bien cubiertas. 

Mientras la ciudadanía se enfrenta a estas preocupaciones, los intereses económicos que se mueven detrás de la guerra presionan por mantenerla en el tiempo e incluso incitan a su recrudecimiento y al boicot de cualquier atisbo de negociación. La provocación elevó hasta tal punto la tensión, que las amenazas de utilizar armas nucleares no se hicieron esperar. Las declaraciones de Liz Truss de que no le iba a temblar la mano para utilizarlas, al hecho de que EE UU acercó aviones con armas nucleares a las fronteras rusas, en las maniobras de la OTAN en suelo europeo y, esta semana, el mayor submarino nuclear de los EE UU entró en el Mediterráneo cargado con armas nucleares. 

Esto es inadmisible y muy grave, porque lo que está en juego es el futuro de la humanidad. Ni la OTAN, ni Putin, ni Biden, ni Zelenski tienen derecho a utilizar armas nucleares, sean de la potencia que sean, ni a jugar con la vida de la humanidad. El mero hecho de amenazar con hacerlo descalifica para gobernar un país a quién lo hace. Para entender la gravedad de la que estamos hablando, les invito a que lean el contenido del reciente informe emitido por la AEMET sobre el invierno nuclear que sobrevendrá si las utilizan. El repaso que hacen es impresionante y está emitido por nuestros científicos: https:// aemetblog.es/2022/11/05/el-invierno- nuclear/ No crean en mis palabras, infórmense ustedes mismos. 

Estos días informa el Washington Post que EE UU tenía contactos con Rusia y Zelenski para negociar. Esperemos que no se trate de una mera maniobra de lavado de cara por parte de Biden motivada por las votaciones que se celebraban esta semana y por el descontento de los republicanos que no ven con buenos ojos seguir financiando la guerra en Ucrania

Si no estuviésemos tan anestesiados tendríamos que estar toda la ciudadanía en las calles exigiendo la desescalada de la tensión y forzando a la negociación sin más dilaciones, y al desarme nuclear. No pueden estar al frente de ningún país ni de ningún ejército sujetos tan irresponsables como para mencionar siquiera la posibilidad de tal aberración. 

Como dicen algunos expertos en la materia, se han conseguido grandes avances en los últimos tiempos y se han desarrollado herramientas demasiado potentes que no sabemos controlar; el problema es que sus efectos sobre la naturaleza ponen en peligro a todas las especies del planeta. 

Estos días informa el Washington Post que EE UU tenía contactos con Rusia y Zelenski para negociar. Esperemos que no se trate de una mera maniobra de lavado de cara por parte de Biden motivada por las votaciones que se celebraban esta semana y por el descontento de los republicanos que no ven con buenos ojos seguir financiando la guerra en Ucrania, (enviar armas y hacer negocio es una cosa, pero pagar la guerra es otra), sentimiento que al parecer también comparten algunos demócratas. 

La mejor noticia que podríamos recibir sería el cese de la guerra y la vuelta a la negociación diplomática, abordando el incumplimento de los acuerdos de Minsk y el nefasto resultado de la situación actual, hasta alcanzar una solución equilibrada. 

Y suponiendo que nos libremos de la amenaza de las armas nucleares tendremos que hacer frente al calentamiento global y sus consecuencias y al agotamiento de los recursos en el planeta, que también será causa de tensiones y luchas. En este caso, sí que hay reuniones, en la actualidad se está celebrando la COP27 en Egipto; otra cosa serán los resultados. 

En la COP27, la ONU publicó un informe preliminar en el que hace duras advertencias. «La humanidad tiene una opción: cooperar o perecer. El pacto de la solidaridad climática o un pacto suicida colectivo». António Guterres fue tajante. "Se avecina el caos climático y debemos responder a la señal de socorro del planeta con iniciativa: una acción climática ambiciosa y creíble; ese caos supone que se avecinan sequías y lluvias torrenciales preocupantes, pero también muertes por desnutrición, malaria, diarrea y estrés por el calor". 

Por su parte Petter Taalas, jefe de la Organización meteorológica Mundial, (dependiente de la ONU), afirmó que debido a los gases de efecto invernadero las temperaturas de la Tierra en los últimos 8 años fueron más cálidas y los impactos peores. Ya estamos alcanzando los 1,5ºC de aumento del Acuerdo de Paris. 

En esta reunión por el clima preocupa el derretimiento de los glaciares que tendrá importantes implicaciones para la seguridad del agua; además el derretimiento del hielo produjo aumentos exponenciales del nivel del mar en los últimos 30 años y las olas de calor marino cada vez son más frecuentes. 

La ONU ha dicho basta a las grandes corporaciones y establece una guía de estándares que deben reunir los planes de acción voluntarios de las empresas para evitar el llamado «lavado verde» y cumplir cero emisiones netas, sin enmascarar el consumo masivo de combustibles fósiles. Ese encubrimiento tóxico podría empujar a nuestro mundo al precipicio climático. 

La farsa debe terminar. El Secretario General, António Guterres, habla de tolerancia cero frente al lavado de imagen de empresas, ciudades y otros sectores que se autoproclaman libres de carbono. Hay que abstenerse de compensar las emisiones en el mercado, de presionar a las Administraciones para socavar las ambiciosas políticas gubernamentales sobre el clima, y urge establecer un control férreo de las energéticas, que están contaminando el triple de lo que declaran. ¡Es la hora de decir basta!

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